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  • Imanol Subiela Salvo

La fantasía del plotter


Existe un tipo de pastelería que se puede definir como pastelería de fantasía. Se trata de esas tortas que por fuera son muy pomposas y parecen ricas: son coloridas, están muy decoradas, tienen alguna que otra fruta encima (cerezas, frutillas o pedacitos de durazno) y son de un tamaño considerable. Sin embargo, a pesar de todo el brillo de la superficie, por dentro son insípidas y no tienen mucho gusto. La pastelería de fantasía habita principalmente los supermercados y también el Once: hay varios puestitos de pastelería de fantasía en las calles aledañas a Plaza Miserere.

Si la retrospectiva de Ernesto de la Cárcova en el Museo Nacional de Bellas Artes fuese una torta, a priori, uno pensaría que es una torta gourmet, de esas que hay en los locales de Maru Botana, con mucho color, aroma y gusto. Una retrospectiva de un pintor muerto y figurativo: mejor imposible. Además, es la primera vez que se realiza una muestra en la que se reúnen varias de sus obras después de la muestra en Amigos del Arte organizada por su esposa en 1928.

Sin embargo, la muestra es una torta de fantasía en la cual la cereza que corona “el manjar” es una imagen ploteada en una pared de una antigua exhibición del artista decorada con dos cortinas azules que cuelgan del techo al piso. El ploteado parece ser la marca registrada de la nueva dirección del Museo Nacional: ya se había usado en la retrospectiva de Roberto Plate cuando se pegó sobre una pared una imagen de un pasillo del Instituto Di Tella junto a una réplica de la puerta del baño clausurado en 1968 durante la dictadura de Juan Carlos Onganía.

La sala contigua al ploteado acortinado está dedicada a la pintura “Sin pan y sin trabajo”. La obra se exhibe junto a otras de distintos artistas contemporáneos (¿será que extrañan a los Bellos Jueves?) que se apropiaron de la imagen de De La Cárcova para volverla un ícono de la protesta social a principios de los años 2000. Que curioso –y pertinente- es que se retome, en un contexto como este, a un artista que tiene como obra emblemática una pintura titulada “Sin pan y sin trabajo”, pero lo que es aún más curioso es que esas obras contemporáneas parezcan aún más viejas que la pintura, seguramente eso se debe a que fueron colgadas durante el segundo semestre y en el Museo Nacional, una institución que no puede escapar de una agenda oficial en la que cada vez hay más pan y más trabajo.

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