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  • Florencia Böhtlingk

Las horas de Santiago (ding ding dong)


Santiago lleva en su linaje sangre negra, por el lado de los Saenz Briones.

Nos lo confesó con orgullo, metido hasta el cuello en un arroyo selvático. Porque él siempre llegaba a los lugares, no sé como, por pura determinación.

Ahora veo el fruto de sus horas menores, esas que por Santiago Villanueva, curador de la muestra, sabemos que son las horas de absoluta intimidad para rezar. Sin ceremonias ni formalismos, un cara a cara con Dios. Dibujos encontrados y desplegados cuarenta años después, aparecen frescos como una lechuga. Divertidos, irreverentes, micro relatos. Cada uno podría ser un cadáver exquisito, como bien dice Alejo Ponce de León en un brillante ensayo, al alcance de la mano, en la misma generosa muestra.

Santiago el soldado sin estrategia, la punta de lanza de la generación que puso el cuerpo. Quién puede imaginar hoy lo prohibido? Cuando solamente se podía ser en las horas menores.

Llegaba a los lugares por determinación pero más por pura acción. Sus dibujos realmente lo reflejan porque en ellos ocurren duelos, bailes, cenas muchas cenas, encrucijadas con vaso de wisky, obras de teatro, máscaras y balcones. Todo como un soñar la vida que viene, cuando todo es posible. Seré actor, astronauta o general?

El famoso día que quebró la línea aérea Braniff, Santiago viajaba a New York. Le cancelan el vuelo y le dan una indemnización con la que compra su casa. Su viaje al Paraguay por el río Paraná, subiendo. Encontrarlo en un rincón perdido leyendo a Canetti, mirando de reojo todo lo que pasa.. Sus amigos, sus planes. Motores de su existencia.

Vuelvo a los dibujos porque me doy cuenta que son pre históricos en el sentido de anteriores a la vida de adulto, a la toma de posiciones, la identidad definida a través del compromiso con la sexualidad, la religión y la sociedad. Son absolutamente libres de sentido histórico. Todo eso recayó en los laboriosos óleos de adulto. Porque la religión en sus cuadros es un refugio. Por favor un día más de vida…

La obra de Santiago es barroca porque es vital, como bien dice Alejo. Profusa y romántica, el gesto que la impulsa no tiene en cuenta la calculada y precisa contemporaneidad. Otra de Alejo.

Que increíble! También sus dibujos llegan a los lugares. A esta muestra.

Así es, todo vuelve. Y mirá Santiago, acá está vivo todo lo que diste con tu risa de labios de negra.

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