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  • Julián Sorter

Jóvenes modernos


La última mesa de las Jornadas de la Nueva Crítica organizadas por CIA y el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires estuvo dedicada a pensar una crítica del futuro. Hablamos Agustina Leal, Catalina Berarducci, Catalina Arzani y yo; el moderador de la mesa fue Mario Scorzelli.

Todos escribimos hace poco tiempo y publicamos algunos textos en JENNIFER pero ninguno se considera crítico. Agustina habló de sus reseñas de exhibiciones cruzadas con análisis astrológico; Arzani (que no está en el país y en la charla estuvo encarnada por Melina Ruiz Natali) presentó uno de sus textos sobre literatura; Berarducci comentó la diferencia entre crítica y escritura sobre arte y yo me pregunté si así como existe una ocupación ilegítima de tierras en la Patagonia por parte de un empresario no existe también una ocupación ilegítima de la palabra y el pensamiento sobre arte, y si no podemos intentar una desocupación.

Al finalizar las presentaciones se abrió el debate con la intervención de lxs organizadorxs del evento. Unx de ellxs manifestó preocupación por el modo en que los panelistas, “jóvenes inmersos en la contemporaneidad”, articulamos nuestros discursos con términos modernos y por lo tanto desactualizados. El término que ejemplificó ese desajuste fue "legitimidad". El comentario terminó con una invitación: ir a la biblioteca a estudiar.

Pero que algo sea moderno no quiere decir que no opere en la contemporaneidad. La enciclopedia es un proyecto moderno y opera en nuestro mundo. Los museos son una institución moderna y hay museos. ¿Y qué parte de unas jornadas de crítica organizadas por académicos en un museo no es moderna? Parece haber un doble filo en este accionar moderno con discurso contemporáneo. Y el riesgo es la confusión.

¿Y de qué manera los aparatos de gestión de la legitimidad operaron en el debate en sí mismo? ¿Cuál es el lugar desde el que se decide abandonar el tema que convoca a la discusión - pensar una crítica futura - para indicarles a los panelistas lo que tienen que hacer: ir a estudiar?

Pienso en la obra Ouroboros de Liliana Maresca, en la que destruyó libros en el patio de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en 1991. Maresca había sido mencionada más temprano durante las Jornadas como una figura clave para pensar la contemporaneidad.) ¿Qué sentido cobra en nuestras reflexiones su quema de la biblioteca, a la que lxs organizadorxs nos mandan? La pregunta no es menor en un momento del arte signado por una profesionalizacion que reduce la posibilidad de espacios, voces y recorridos alternativos. Este no-estudiar de los jóvenes, ¿puede ser una problemática de época? ¿Un posicionamiento? ¿Un cambio en las maneras de producir pensamiento? ¿Incluso un cese? ¿Y es que no estudian? ¿o que estudian otra cosa? Una de las panelistas es egresada de una carrera de astrología. Dos son artistas, otra es actriz y escritora. Todos esos saberes, ¿no sirven? ¿Qué saberes están autorizados y cuáles no?

Yo no sé si las personas ya no estudian. No sé si eso es bueno o malo. No sé si sirve de algo pensarlo en esos términos. Tampoco sé qué es aquello que deberíamos estudiar; pero sobre todolo que no sé y me pregunto es: ¿qué es estudiar? ¿y qué no?

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