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  • Florencia Böhtlingk

Lejos, lejos


La primera sensación es olfativa. Hay olor a madera. El piso y las mesas (vitrinas) son de madera. Luego una sensación auditiva, el chac chac de la Paximat haciendo girar el carrete con diapositivas que prefiero casi no mirar. Es que.. ¡son perfiles de planetas! Ese arco crateroso sobre fondo sideral es demasiado. Voy de a poco. César se asoma sonriendo y me baja a tierra con un mate. “Hace un tiempo, en San Pablo, Érica me contó de estas fotos. Desde ahí que las quiero mostrar.¨ ¿Cuáles fotos? ¿Las diapositivas? ¡Tranquilos! Ya les cuento cuales. César me muestra un cuaderno impreso, apoyado en una tarima como la Biblia en misa. Es el registro de la transcripción de las comunicaciones entre la nave Apollo 11 y la central de la NASA en Houston. Año 1969. Si el arte no es evasión, no sé que es entonces…

ON BOARD VOICE TRANSCRIPTION.

Recorded on the Command Module Onboard Recorder, Data storage equipment. ... todas palabras que fuimos incorporando a través de la informática. Información desclasificada luego de 12 años de ser confidencial.. -Hello, Houston. Hello Houston. This is Apollo 11. -... a lot of static. Hay párrafos muy bellos, como este: -Excepto que hay una enorme sombra proyectada por todo. -¿1 o 2 grados Neil? -Eso relamente no puedo… -Creo… -Puedo identificar la pata de gato y un par de cráteres al final, pero no encuentro los tres curvos del costado. O este párrafo: -¡Guau! Odio decirlo basándome en lo que veo por este monocular pero hay una mancha blanca que parece un cráter, miles de pequeños cráteres frescos en el centro de un cráter muy viejo... Parece una roca. Mis ojos me engañan. -¿Todavía hay rollo, Neil? Gracias a los astronautas que sacaron fotos, vemos sobre la pared las diapos de otra expedición. Apollo, la 13, la fallida. La de la película. Son esos bordes circulares planetarios que ví al entrar. Retocados por Érica para volver a los verdes sulfurosos de los sesenta. ¡La luz que se derrama sobre esas superficies! Pero la aventura no es solamente intelectual en esta muestra. La artista puso el cuerpo. Durante tres años, las noches de luna llena, esas noches en que nos asaltan los demonios y pensamos encerrarnos y tirar la llave fuera, Érica sacó metódica pero apasionadamente las fotos del recorrido total o parcial de la gran dama del cielo. Con su polizón de nardos. ¡Ojo! No son fotos comunes, fueron tomadas con máquina estenopeica. Instrumento óptico rudimentario y poético, el gran secreto de los pintores de antaño. Ahí donde se refleja la imagen, Érica pone un papel con emulsión fotográfica y durante ocho horas el papel succiona lo que puede de tanta vida. Queda un arco negro sobre fondo blanco que es la síntesis del movimiento del universo. Así llegamos a las mesas (vitrinas), esas con olor a madera, varios años después de las tomas, y gracias a la química entre un galerista, César, y la artista. Fotos y fotos y fotos agrupadas en cuadrícula en una mesa, desordenadas y organizadas en forma de arco y armando un dibujo mayor: el arco de la luna durante la noche. Testimonio son las fotos de las obsesiones, las fijaciones y el sentido aventurero de la artista, pero también de una intimidad: los eternos requisitos de las verdaderas obras de arte.

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