Un pozo de agua en el cuerpo
Sobre Los Huesos, de Leticia Mazur
¿Cómo practicar un ritual imposible y conocer al dios que está en el interior? ¿Qué interior? ¿Qué membrana? ¿Dónde resonar y qué hacer con la fuerza proyectiva de ese zumbido?
Sobre un terreno inestable un grupo inventa su propio sol, que es un mecanismo aparatoso pero liviano. Como la fuerza de un rayo ciego en pleno verano, que quema, hace supurar, y provoca una sed necesaria. En esos cuerpos todo y todas las cosas diferentes. Entienden la coreografía como algo que no se sabe. Porque establecen relaciones de misterio y entonces de profundo respeto. Inventan y reinventan un esoterismo, de un modo insistente o testarudo, para ver qué devela de sí. Hay algo como un indicio que busca vías de salida, formas de proyectarse por fuera del cuerpo, en el espacio. Desde ahí la danza.
Algo que despierta interés y que hace particular esta pieza es el modo en que se aborda esta posición sacra: la solemnidad. La obra tiene un tono solemne, entiende ese gesto como una vía de contacto con lo sagrado, que no es una sola cosa. La solemnidad como el desprejuicio, como un modo de lo inaprensible. Solemne en su fuerza arrasadora: épica, importante y total. Que precisa detenciones, cancelar lo productivo. Sobre todo lo santo que encuentran avanzan sin hacer distinciones. Los modos de la fé se enredan. Por momentos parece una misa madrugada de domingo, una ermita al costado de la ruta en la pampa con botellas y cintas. Una sesión de tarot o una mancha de humedad que se parece al manto de la virgen, a un velorio gigante, monjes pelados cocinando verduras, o una luz brillante que flota a poca altura del suelo. Lo solemne como una forma de dimensionar el lugar que las preguntas ocupan.
Un impulso intuitivo moviliza el cuerpo. Autopercibirse es un ejercicicio de contacto. La pieza entiende la identidad como una práctica de construcción colectiva, en un radical “con lxs otros”. El contacto es fuerza vital que inventa. Es un acto fundacional.
No existen los espejos: la vista es un sentido que engaña. No hay formas que puedan dar cuenta de una experiencia. Solamente rasgos partidos un embudo de paisajes. Insistir para instalar presente. Brindarse momentos de soledad y exposición: solos que no están solos porque acompaña la mirada del otrx, una mirada activa que cuida y formula. Un ojo soberano, una retina con manos. Que es acción.
Lucas Cánepa, Ana D´Orta, María Kuhmichel, Valeria Licciardi y Gianluca Zonzini con dirección de Leticia Mazur ensayan aproximaciones al tiempo. Lo entienden como un arcano. Patricio Ortiz formula sonoridades que envuelven el material en ese sentido, en su zona vibrante. Matías Sendón ilumina constelando.
El espacio es una sustancia. Lxs cuerpos se dejan afectar desde el despojo en una desnudez que se explica como la entrega. Como volver a la ceniza. A la cosa primera que hay adentro del adentro. El fuego fatuo. Los huesos son espirales.
Los Huesos / Martes de noviembre 21hs
Galpón de Guevara