top of page
  • Andrea Goncharova

La crítica de los cerdos machistas


Los diferentes niveles de inequidad sexual en la escena cultural se imponen como un hecho social en una estructura y cultura patriarcal donde las varones ocupan las posiciones de poder y legitimación, en las que se despliegan visiones del mundo y conductas machistas, tanto de varones como de mujeres independientemente de su orientación sexual. La dominación masculina no solo se expresa en formas violentas e intolerables como los femicidios sino también, a menudo, en formas aceptables que suelen considerarse “naturales” como el “mérito” y el “talento” típicos valores de los puercos burgueses.

La naturalización de la desigualdad de géneros es tal que muchas mujeres aún conscientes de la teoría feminista participan en instituciones y medios de notoria dominación masculina, mujeres que investigaron, escribieron y curaron a artistas hombres sin darse cuenta de que sus “gustos” han sido introyectados por el Falo en sus esquemas de disposición a través de mecanismos estructurales de dominación masculina. Hoy en día muchas de esas mujeres han tomado conciencia de la situación, en la mayoría de los casos de forma genuina, en algunos otros (una minoría) por mero oportunismo.

Los medios culturales, la academia y las editoriales están en manos de varones que legitiman a otros varones. Pero no solo es una cuestión de oferta. Tengamos en cuenta que los consumidores de libros son en su mayoría mujeres que leen a autores hombres, y los hombres que solo leen a hombres.

La crítica de los suplementos culturales como ADN, Ñ y Radar está ocupada por hombres superando el 80% en su participación. Ellos escriben sobre ellos. Esta es la crítica de los medios hegemónicos, llena de cerdos machistas y pajeros que se creen que escriben con la pija.

Pero a mí me interesa saber cómo estamos acá abajo, en el underground, cultivo de la nueva vida. En las revistas culturales que se gestionan por fuera de los medios hegemónicos. Pienso en esta revista que lleva nombre de mujer y en revistas afines. ¿Escapan a la lógica machista o la reproducen?

De siete revistas sólo en dos hay mayor participación femenina. Estas son Jennifer y Boba. En Jennifer la distribución de los editores es equitativa, cumple con el fifty and fity. En Boba son más mujeres editoras. Jennifer tiene una ligera y mayor participación femenina (101 textos escritos por mujeres de un total de 189 publicados en un año). Boba de cada diez textos siete son escritos por guerreras.

En un segundo grupo de revistas encontramos mayor participación masculina, pero no estamos frente a una diferencia considerable. En la revista CIA el 55% de los colaboradores son hombres, misma proporción encontramos en el Flasherito.

En el tercer grupo de revistas culturales la distribución desigual de género es similar a la de los medios hegemónicos. En la revista Mancilla, como en Otra Parte semanal y Otra Parte en papel hay una mayor participación masculina. En Otra Parte semanal el 63% de los colaboradores son hombres. Esto aumenta cuando pasamos al papel: 80% de verga. En la revista Mancilla casi el 70% son chotas.

Lo que me preocupa es que voces prestigiosas de la crítica feminista no han colaborado en las revistas que promueven una mayor participación femenina entre sus colaboradores, en sus temas, en sus equipos editoriales, en sus sensibilidades y visiones del mundo. En cambio, han escrito en los medios con olor a huevo. Si bien pueden luchar para convertir esos medios de cerdos pajeros también podrían colaborar en las revistas que nacieron feministas. ¿Por qué nunca escribieron con nosotrxs? ¿Quieren participar? ¿O sólo quieren ser hombres? ¿Quieren escribir en esos medios de machos?

Tampoco alcanza con aumentar la participación de mujeres, también hay que apuntar a la producción de ideología, una nueva sensibilidad para un mundo con mayor justicia social. ¿Qué categorías debemos inventar? ¿Alcanza con la variable género? Sabemos que la mujer es el futuro. Pero no la mujer burguesa ni la pequeño burguesa. Sigo pensando en la variable clase (Rosa Luxemburgo), en las relaciones de poder (Luce Irigaray), en las relaciones entre centro y periferia (Gayatri Chakravorty Spivak): no me interesan las Margaret Thatcher, ni las Patricia Bullrich, tampoco las María Eugenia Vidal, ni siquiera la difunta Ernestina Herrera de Noble. Voy por la mujer nueva, por la clase trabajadora, por las comunidades originarias, por el lumpenprolateriado, por toda forma de vida subalterna y oprimida que construyen el crisol revolucionario con proa y popa de mujer.

RECENT POST
bottom of page