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  • Juan Laxagueborde

Una fuerza de repente


Un aire de tarareo femenino recorre todos los espacios en los que vivimos. En los que actualmente vivimos. Lo femenino es reconocido ya no con las viejas reglas estúpidas del machismo, los electrodomésticos y la crianza de hijos sino como fuerza, como algo que no se reconoce, como algo nuevo, no figurativo, algo que reclama nuevos conceptos de entendimiento. El feminismo actual está por verse, viene llegando el polvillo que levanta. Se viene una época nueva. Esa es la sensación lectora del brevísimo poemario de María Queirel, que se llama BB Brecht. María forma parte de Las Pibas, esas poetas que encontraron un nombre en el que nadie había prestado atención para decir cualquier cosa, porque quieren al mundo y lo aman anárquicamente. Pueden conseguir el libro en algún puestito de los que suelen montar. BB Brecht dispara desde que se lo empieza a leer. Tiene una arrogancia amatoria encantante. Femenina y actual. Embrolladora.

"Después de todo lo que hizo Dios / ahora nos vamos a ocupar nosotros de la creación" le dice alguien a otro y habla en masculino, primera persona del plural. Se construye rostro por negación, hacia ese lugar nos mandan estos poemas, que mezclan cualquier idea de género. Poemas degenerados y raudos desde el vamos.

Esa tonada brechtiana prima y se mantiene. Una especie de optimismo sobre lo colectivo sin perder lo singular del coloque propio. Y llegan las rimas, que son una gauchesca saturada, con toda la parafernalia del perreo. Autoayuda para fiesteros sensibles (sensibles es una palabra de la que estamos a favor, eh). La rima es una droga que ritma.

La expresión "de" seguida de alguna sustancia es increíblemente contemporánea y misteriosa. Estoy "de md", "de mate"... Se podría asociar con otra hermosa: "estoy en una".

La poeta que escribe estos poemas neonatos está asediada, a punto de volar y de caer. Remata lo que dice porque tiene más. Melero Daniel, bastante protagonista acá, viene a ser un totem de la modernidad argentina al que hay que respetar, admirar y esquivar a la vez. El, ella, Ellxs. Todos forman parte del amor rector de las juventudes confianzudas preciosas.

Hay que decir que el libro termina diciendo hay, muchos hay. “Hay de todo” y “hay estar con uno mismo”. Esa dialéctica es brechtiana y reventada por dentro para que florezcan poemas, bebes, bebedores y personas que salten de la lengua hacia el abismo, sabiendo que generalmente los abismos también pueden ser hospitalarios: “hay quebrarse” para volver a vivir.

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