La médium
Cuando mi padre entraba en sus largas temporadas de bloqueo creativo, por las que solía deprimirse, yo le hacía prometer que cuando me fuera a dormir él se pondría a escribir. Así le fue dando forma a su ritual de medianoche: limpiaba obsesivamente la cocina, se servía un whisky, y se sentaba a escribir en el sillón del living. Después de varios vasos, a las dos, tres de la mañana, empezaba a hacer llamadas por teléfono. Las destinatarias podían ser viejas amigas, ex novias o amantes, a las que por lo general llamaba para leerles los comienzos de los cuentos que estaba escribiendo, como si ellas fueran el mejor retorno para escucharse a sí mismo recitar sus largos fraseos adjetivados. A veces me despertaba en medio de la noche para ir al baño, escuchaba partes de sus conversaciones susurradas, y me acostaba pensando que no cumplía con su promesa. Pero ahora pienso que quizá esos llamados de madrugada eran para él una prolongación de los cuentos que nunca lograba terminar.
Adelanto del libro La médium de Lucas Soares.