Gastos innecesarios de energía

Recibí mis instrucciones y no paré de pensar en ellas. Meditarlas. Eran tan acertadas. Cómo si alguien hubiera mirado dentro mío y me dijera mis puntos más débiles. O qué debería trabajar para poder evolucionar.

La práctica premúndica transformó esos cuarenta minutos en una réplica corta e intensa de nuestra vida. Nacimos cuando se nos dio nuestra máscara. Morimos cuando sonó el despertador. O despertamos. Pasamos a otra existencia.

En nuestra vida premúndica se nos dijo qué hacer. Cómo actuar, para exacerbar comportamientos repetidos y limitantes. Actuarlos de manera catártica para poder vivenciarlos y verlos claramente. Conecté con esas dos acciones, con mi nuevo rostro y cierto azar (mi máscara era muy pesada y se me caía por lo que decidí que mi personaje tendría siempre una mano en el rostro que lo volviera simpático y expectante a la vez). Los movimientos ya fueron de ELLA. Inquieta, saltimbanqui, juguetona. Extremadamente curiosa. Deseosa de estar con todos y en todos lados al mismo tiempo. Alegre y jocosa. Un poco niña.

Había distintas formas de existencia: humana, animal, dúal, niños, adultos, no nacidos, personas con otras piernas. Algunos estaban al servicio de los otros, otros actuaban para sí mismos. Hacia el final tuve la sensación de que estos pudieran ser los restos de nuestra civilización. Seres ensimismados repitiendo roles pre establecidos en un loop eterno. Atrapados dentro de sí mismos, incapaces de vincularse realmente con otros. Zombies de la tecnología, las drogas, la sociedad.

Sonó el despertador y me acordé que tenía un hijo. Corrí y lo agarré en brazos y me subí a un auto con el pelo revuelto, el pantalón mojado. Dí la teta con el corazón agitado todavía, dejando atrás esa terraza que había actuado como portal entre pasado, presente y futuro.

Sobre CLUB de actividades premundicas de Florencia Rodríguez Giles y Pablo Katchadjian en Perfuch 2 en UV estudios. Del miércoles 13 al sábado 16 de diciembre de 2017. Curaduría Lolo y Lauti.