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Santiago Rey

Turismo de clase


Durante el rodaje de Camila es probable que Maria Luisa Bemberg haya pensado en un público ideal para su película: personas a quienes la recreación de un drama histórico les diera un camino para decodificar la realidad. Un ejercicio de empatía con las víctimas de la represión estatal. En el film, Rosas es el Estado, y es quien ordena el fusilamiento por la transgresión: Camila O'Gorman y el sacerdote Ladislao Gutierrez se fugan para vivir juntos una nueva vida hasta que son atrapados. Al público de la calle Lavalle, en 1984, no le quedaban dudas de la analogía histórica que acababa de ver. Recién concluida la dictadura, la primavera Alfonsinista estaba en pleno auge. Camila es un artefacto brillante de la lógica correligionaria liberal, construye un discurso legitimador de la transición democrática donde el Mal es el tirano que polariza con dos jóvenes enamorados y los destruye.

En 2018 se estrenó Soledad, la película de Agustina Macri que narra los últimos meses en la vida de Soledad Rosas: una costura entre la decepción cotidiana de una chica de zona norte entre porros, perros y hits de Seru Girán y el viaje iniciático a Europa. Soledad se enamora en Turín del anarquista Baleno, integra rápidamente las filas de la agrupación, participa de las acciones que llevan a cabo, desobedece a su familia y no vuelve nunca a la Argentina. Encarcelados y enjuiciados injustamente, primero se suicida Baleno, y luego Soledad. El amor queda caracterizado en las salas de cine, nuevamente, 35 años después, como algo contrario al Estado.

La película no tuvo mayores repercusiones, nadie salió de la sala contagiado por la injusticia, a googlear sobre Soledad Rosas y encontrar en el libro de Caparros una lectura para el verano. Las masas y la película no se amaron.

En la decadente sala del cine Premier, sobre calle Corrientes, vimos la película; nosotros que somos kirchneristas y estamos enamorados, hasta sacamos algunas fotos, como recuerdo.

…como le mando rosca con los primeros planos… puede ser una historia de los 90, de los 80 o de los 70... el estado es mierda… y cuando le dice quien sos Eva Perón?... jajaja…viste la voz de la hermana diciendo que no entendía nada… los anarquistas parecen caceroleros de caballito… como se hizo los rulos!!!...

Soledad es, a pesar de su directora, una pieza fallida de propaganda liviana. No logró encontrarse con su público ideal, los asqueados por las autoritarias cadenas nacionales, que podían leer en la fascinación por el anarquismo su propia fascinación liberal por la libertad individual.

Esta película le habla a un público que ya no necesita ser encauzado bajo un mismo discurso. Es una película tardía y un tren fantasma: turismo de clase al imaginario que conforma el estofado mental de la sociedad liberal, la consideración del estado como el Mal pero un mal necesario cuya única función es garantizar la seguridad.

Soledad (2018) es una película dirigida por Agustina Macri y protagonizada por Vera Spinetta, Marco Leonardi, Fancisco De Vito, Giulio Maria Corso, entre otros.

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