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  • Tobías Dirty

Trucos ágiles y siniestros (Para preservar sin escándalo y corrupción)


Avelina Lesper es critica, historiadora del arte, hater y odia el arte contemporáneo; lo considera una estafa. Hasta ahí estamos un poco de acuerdo, yo también lo considero una estafa y también soy esa odiadora que ve un bastidor con una raya y piensa “qué vago!”. El tema es que disfruto un poco de la raya, me gusta que pongan frente a mí un papel mojado y me digan que es un dibujo. También a mí me gusta mojar papeles y decir que es arte.


Me gusta que cualquiera pueda ser artista y que todo sea arte, porque soy fiel a mi época y en el presente todo es así. Todo puede y todo tiene que ser arte. Pero mi capacidad de amar es infinita y soy fiel al pasado. Me gusta la tradición, quiero que las cosas tengan cierta espesura, observar el paso del tiempo el trabajo, la técnica y el pensamiento.


Entonces me pregunto: Cómo podemos reconciliar a Avelina con el presente? Ella acaba de romper, sin querer queriendo, una pieza en Zonamaco. Dice que la obra “escuchó y sintió” su critica, que no pudo resistirla, y acto seguido se desplomó en el piso haciéndose añicos. Entonces, podemos decir que ella reconoce que la obra tiene cierta entidad, le otorga cualidades humanas como “escuchar”, “entender”, y “sentir” pero quizás no considera que la obra tenga un alma ya que propuso rehacerla. Y hasta donde sabemos, no se puede rehacer el alma. Es única.


La galería a cargo de la pieza concluyó que el resarcimiento de la obra quedaría en suspenso ¿Se salió Avelina con la suya? Podríamos decir que demostró que el “concepto” de la obra desaparecía al destruirse el objeto cuyo proceso de creación parece no incluir una subjetividad lo suficientemente particular como para trascender la materia.


A su vez la crítica citó a Duchamp cuando refiriéndose a la ruptura de “El gran vidrio” el artista anunció “la obra está terminada”. Avelina tiene un buen punto cuando declara “esto podría haberle ocurrido al coleccionista”, hubiese sido interesante que aceptaran el acuerdo y rehicieran la obra para sentar un precedente de cómo se restaura una pieza que responde a muchos valores contemporáneos.


Hoy en día nada es único, lo irrepetible no tiene valor, lo personal no es político sino mera biografía y quizás esto resuelve los problemas del “artista genio” o la tiranía del eslogan individual, pero ahí no termina lo elitista del arte =(


Que el arte se pueda industrializar, producir en cadena o tercerizar nos da una apariencia de que todo es mas sencillo que en la antigüedad, pero no es así mi ciela. Produce desde las ideas y terceriza el trabajo la que puede financiarlo o el que puede tomar distancia de la obra en la producción, y esa distancia no es falta de culpa, ni es intelectualidad y mucho menos es gratuita. Esa distancia está garantizada por un mercado que elige a quién le ofrecerá más tiempo y a quién se lo quitara. Quién puede producir rayas y papeles mojados y quién no.


Por supuesto que también es una enorme labor obtener esas licencias poéticas que requieren sacrificios que no todos los artistas pueden y/o quieren afrontar. De todas formas no hay semejante prueba de fe, que para bien o para mal, nos asegure el destino de un artista y su obra.


La academia puede ser una estafa del arte contemporáneo ya que al graduarte no te espera el duende al final del arco iris, ni para darte la bolsa con monedas, ni para producirte un solo show. La estafa del arte contemporáneo pueden ser tus amigos que no te ponen like, o que sí lo hacen pero no lo sienten. La estafa puede ser que nadie cuide al arte de los haters o a los haters del arte. La estafa pueden ser las paredes blancas de un nuevo espacio precarizado.


Los conceptos tendenciosos también pueden ser estafa, si lo artesanal es visto como un valor viejo y obsoleto hasta que los artistas mueren y la fabrica se cierra, ahí de pronto nos ponemos sentimentales y piadosos con las manos del artista que ya no vuelven. Sería importante entender qué tan cruel es para quien manufactura tener que esperar a morir para que se valoren sus horas de vida. Desde ese lugar aprecio la intención retrógrada de Lesper, por realzar el esfuerzo del trabajo. Si bien no estoy de acuerdo con que producir una obra tenga que ser difícil y costarnos, lo cierto es que nos cuesta y es difícil.


Por eso no cancelaría totalmente a Avelina. Ni daría por terminada la discusión de la estafa del arte contemporáneo, que no solo atenta contra el publico que concibe únicamente la pintura hiperrealista como imagen, también es negativa para cualquier artista que anuda su ADN a la obra mediante la manufactura o cualquier otra experiencia creadora y sensible que incluya largas horas de fluidos corporales y partes del cuerpo: sudor, saliva, semen, flujo vaginal, sangre, caca, lagrimas, uñas, pelo o carne.

Sobre las acusaciones a Avelina lesper por la rotura de una obra en la feria ZONAMACO realizada entre los días 5-9 de febrero en la Ciudad de México, 2020.

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