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Anto Agesta

Me es más fácil subir una montaña



Quedé con sensaciones encontradas después de nuestro encuentro, me sentí muy bien cuando estuvimos charlando en el auto, y las conversaciones cálidas sobre los momentos que estamos atravesando en nuestras vidas. Con una profunda conexión y entendimiento.


Cuando fui a tu taller, caminé aproximadamente 20 cuadras, para encontramos nuevamente. Tuvimos una charla, aun sin conocernos, hubo una profunda cercanía.


El abrazo se transformó en un manto que me cegó por un tiempo, pensé que duraría el tiempo que vos habías propuesto para nuestra reunión. Esperé, te esperé, mucho tiempo.


Tus manos sobre mis ojos, me decían suavemente que me tranquilice. Durante todo el día, traté de mentalizar la soledad. Venía con muchas voces que se mezclaban en mi cabeza.


Hasta que llegó el silencio, me dejó muda. Tardé en emitir sonido nuevamente.


Hermosas imágenes de la playa oí, de vacaciones pasadas, familiares, recuerdos que traen calma para la reconexión.


Percibí el peso, aguanté poco. Ya que aprendí que al dolor, no hay qué estar soportándolo. No querías lastimar, pero estabas jugando conmigo, medías hasta dónde podía resistir o dar.


Salí de allí rápidamente.


Durante el lapso recorrido, pude inventar palabras, pero sobre todo, el manto me persiguió durante todo el camino hasta concluir. Descubrí un idioma, un juego divertido, al que sí quería jugar, aunque los nervios y los movimientos lentos, no son característicos de mi persona.


La playa que oí se transformó en manos que volaban en el aire, pensamientos de libertad, dibujitos y movimientos hacia un afuera.


Decidí tomar la salida, por la vitrina, que encierra un espacio bello, para terminar el acercamiento y ese pequeño segundo viaje que me propusiste.

"Me es más fácil subir una montaña" de María Carballo se puede visitar en su taller de San Telmo los días sabados hasta el 29/2/2020.

imagen: María Carballo

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