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  • Bob Lagomarsino

No llores por mí


Mientras el orden mundial vigente fluye y se reconfigura con alcances desconocidos, Argentina se encamina a un nuevo default de su deuda pública. Con una profundización extrema de la recesión heredada del frustrado gobierno de los CEOs y con la incertidumbre de no conocer aún los efectos pandémicos, hoy nos encontramos con un pronunciamiento público —que nadie solicitó— de la galería Ruth Benzacar.


Sin entrar en un desglose de cada una de sus profundas líneas argumentativas, es llamativo que comienza agradeciendo “a los artistas que no dejan de trabajar”. Mientras tanto, hoy en nuestro país —Argentina— el 85% de los rubros productivos no funciona. Es casi imposible trasladarse a los talleres, ni a los de artistas ni a los mecánicos, pero aún así las propietarias de la galería agradecen a los artistas como si fuesen los robots sin sentimientos de una gran cadena de montaje dedicada al arte contemporáneo, que no puede dejar de trabajar.


Los artistas deben seguir produciendo como si nada hubiese ocurrido y su obra debe abstraerse de cualquier mención a la situación global como si estuviera destinada a seguir acumulándose —sin ningún sentido— en los depósitos de la galería. No conocemos cual es el criterio solidario que ellas podrían aplicar ¿Quizás consideran que no deberían tener ninguno?


ArteBA también se merece un agradecimiento especial en esta epístola, pese a no tener ninguna capacidad de resiliencia ante la pandemia global. En estos días pudimos asistir a uno de sus últimos estertores: intentó salvar el honor a través de la contratación de un servicio internacional que tiene una facturación mínima en el sistema global. Hemos visto como un inédito David derrotó a Goliat, este histórico guerrero filisteo del mercado argentino, solo con una app.


Aún no pueden mensurarse las consecuencias del coronavirus. Tampoco lo mensura Benzacar que no hace mención en ningún lado de su carta al Covid. Las galerías tal cual las conocemos no podrán seguir existiendo ¿Deberíamos seguir escuchando a quienes obtuvieron su crédito gracias a esas instituciones moribundas que se les están cayendo sobre sus cabezas? ¿Aparecerá una nueva conducción en medio de esta crisis? Los que sobrevivan tendrán la responsabilidad de eliminar a los intermediarios, generar una nueva institucionalidad que reemplace a la que acabamos de perder por su falta de capacidad de maniobra y adaptación.


¿Alguien está escuchando a la Presidenta de arteBA exigiendo al Estado Nacional que garantice una fecha en La Rural? ¿Alguien se está reuniendo con la Cámara de Galerías para planear un salvataje económico a los mercaderes de Recoleta? ¿Algún artista está pensando seriamente adherirse al paro convocado por instagram? ¿alguien se tomará en serio los reclamos de algún artista que exige subsidios en dólares porque sus precios están en dólares? Así se van despidiendo: pataleando y colgando chirimbolos en los balcones. El viento se encargará de pasear sus reproches por las calles vacías y secar las lágrimas de sus últimos lamentos. Las obras comienzan a pudrirse en la intemperie.

¿Podrá el mercado del arte argentino, al igual que resto de los sectores de la economía, reducirse para seguir funcionando? seamos optimistas, supongamos que se reduce un 40% y, de la misma manera que el Ministerio de Desarrollo Social elimina a los intermediarios en la compra de alimentos para reducir los precios, los artistas comienzan a abandonar las galerías, disminuyen los intermediarios, y se sacan de encima una institucionalidad obsoleta gestionada con criterios mecánicos en un mundo digital.

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