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  • Rodrigo Barcos

Querida Jennifer


Me puse muy contento al recibir tu último correo. Hacía mucho tiempo que no tenía en mi casilla noticias tuyas. Me alegra que este momento de incertidumbre no te arrastre a la pasividad como me está sucediendo a mí. Veo que tenes opiniones muy variadas sobre distintos temas y cada tanto se me dibuja una sonrisa al leer algún tweet tuyo.

No quiero dejar de mencionar que me gustó sobre todo, uno de tus últimos textos en el que hablas del lenguaje y la poesía, que retomaré en detalle más adelante.


Por otro lado, quería saber si tenés alguna receta sobre cómo hacer para que las horas se deslicen con fluidez durante el día. A mí se me está haciendo un poco tosco y trabado todo.

La única rutina que me puse por ahora es dedicarle unas horas de la mañana al estudio de los grandes maestros de la pintura. Esos nombres que conozco desde los 11 o 12 años pero que nunca me detuve a prestarles atención en profundidad, a examinar la textura de las pinceladas, la profundidad del color. Zambullirme en los mínimos detalles. En esos momentos me olvido del tiempo y del encierro. La última pintura que observé se llama “Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp” y es de ese famosísimo pintor holandés llamado Rembrandt (seguro lo conocés, tengo algunos fascículos escolares repetidos para regalarte si querés). La pintura es buenísima, tiene algo de tenebrosa y didáctica a la vez.


La obra retrata al médico cirujano más importante de la época examinando las partes internas de un cadáver frente a un grupo de alumnos. El nivel de detalle y las expresiones son asombrosas. Hay dos personajes que miran de frente como generando algún tipo de complicidad. Pero lo que más me llamó la atención es la iluminación. Es como si esa fuente lumínica estuviese dentro del cuerpo muerto y rociara todos los rostros de los médicos de una forma despareja. Ahí me puse a pensar que el enigma del cuadro estaba en el cuerpo muerto. Investigando para saber quién era descubrí que ese cuadro no sólo fue un encargo del Consejo de Cirujanos presidido por el mismo Tulp y que todos los médicos retratados tenían nombre y apellido, sino que también el cuerpo analizado era de Aris Kindt, un hombre que había sido ahorcado ese mismo día por haber cometido un robo.


Parece que el estado holandés en ese momento donaba un cadáver por año para el avance y la investigación de la ciencia médica. Las ejecuciones siempre se hacían en invierno para que el cuerpo no se descompusiera rápidamente y las examinaciones tenían lugar en teatros anatómicos que estaban abiertos a curiosos dispuestos a pagar una entrada bastante cara. Investigando un poco más en profundidad, me dí cuenta que siempre los ejecutados eran personas marginadas y de clases bajas. Eso me llevó a pensar en que un poco de lo tenebroso del cuadro radica en ese punto. También me puse a pensar en que las cosas no cambiaron mucho a pesar de que pasaron unos cuantos siglos. Desde hace décadas que los grandes grupos farmacéuticos y los laboratorios norteamericanos testean sus medicamentos en gente sana de países pobres. De hecho hace unos días, dos médicos franceses tuvieron que disculparse públicamente por pedir probar las vacunas del coronavirus en África. ¿te enteraste? Igual de lo último que quiero hablar ahora es de la actualidad, me tiene harto. Perdón por mencionarlo. Volviendo a la pintura, Rembrandt tenía 26 años cuando la pintó y para esa época ya era un jovencito muy famoso. Tardó un año entero en pintarla, todo el 1632. Ese mismo año en esa misma ciudad nació alguien que me interesa mucho, que también escribió y se preguntó sobre el cuerpo, entre otras cosas. Pero tuvo una vida mucho más desdichada que Rembrandt. Fue un jóven llamado Baruch Spinoza que recibió una educación ligado a la ortodoxia judía, pero que con la muerte de su padre, comenzó a estudiar de manera autodidacta matemática y filosofía cartesiana.


La simple curiosidad que lo llevó a leer a Hobbes y a Giordano Bruno hizo que la corte rabínica de Amsterdam decidiera excomulgarlo y desterrarlo de la ciudad a los veintitrés años de edad. Tuvo que escapar durante muchos años y ganarse la vida puliendo ópticas.

De todas maneras eso no le impidió escribir. Me interesa él porque es uno de los primeros filósofos que deja de pensar en los términos platónicos donde el cuerpo está subordinado al alma. Para él no existía tal dualidad, alma y cuerpo eran lo mismo. También otra cosa por la que se ganó muchos enemigos fue porque afirmaba que Dios no era algo externo a nosotros, sino que estaba en todos lados. Dios para él era la naturaleza. Su obra más importante fue la Ética demostrada según el orden geométrico. El estilo de escritura es como dice el título, imitando los elementos de geometría de Euclides.


Pero en realidad esa escritura “geométrica” (con prefacios, definiciones, axiomas y lemas) es, como diría Barthes, un grado cero de la escritura. Esconde por completo la forma del autor bajo la forma manual de la geometría. Ese grado cero lo utiliza como artificio técnico y literario, por un lado para esconderse por su persecución histórica pero sobre todo para generar un doppelganger, un doble con quién hablar sus teorías.


Eso me hizo pensar en una clase por zoom que tuve el otro día en la que un artista decía que su espectador ideal tenía que entender al estilo como una intención, como algo importante. Y yo lo pienso al revés, lo más difícil en una obra es llegar a ese grado cero. Como diría Spinoza, es más difícil hacer algo que seduzca por las fuerzas inmanentes de la obra y no por el ethos del autor que lo crea.


¿Te aburro? Quizás me estoy yendo mucho por las ramas, no? Bueno la cuarentena me tiene un poco así, disculpame. A mí también me gustaría inventarme un doppelganger. También me gustaría que fueses mi compañera de clases, sería más divertido.


Volviendo al tema de tus textos, uno de los últimos me interpelo bastante. Ese en el que postulas que el lenguaje es la sustancia de lo social y la poesía la expresión en el lenguaje de nuestra individualidad. Por ende la capacidad de ser operativo en el campo de la poesía regula la condición de ser una persona individual.


Por momentos estoy de acuerdo y por otros no tanto. No pienso tanto a la poesía como una característica individual. También pienso que el individuo siempre es más que uno. Y pienso que todos los textos son textos de otros textos. Una trama colectiva. De hecho uno de los conceptos fundantes de la Ética de Spinoza, que te mencionaba antes pertenecía a Nicolás de Cusa, un filósofo medieval, y lo que hace Spinoza es traducir sus ideas de una manera más literaria. Un poco lo mismo que piensa el primer formalismo ruso: las ideas están dadas, son siempre las mismas, lo que cambia son la manera y la forma de combinarlas.


Volviendo a la poesía y a Spinoza. Estuve leyendo el decreto de excomulgación que le leyeron frente a un reducido público para desterrarlo y es fuertísimo. No puedo creer como se ensañaron con él sólo por tener curiosidad. Acá te transcribo fragmentos del decreto de la ley que lo convertí en una poesía y quizás más adelante lo continué:

Por la decisión de los ángeles

y el juicio de lo santos

excomulgamos

expulsamos y maldecimos.

Con la aprobación del Santo Dios

y ante los santos libros de la Ley.


Maldito sea de día y maldito sea de noche

maldito sea cuando se acuesta

y maldito sea cuando se levanta

maldito sea cuando sale y maldito sea cuando regresa

que la cólera y el enojo del señor se desaten contra este hombre

y arrojen sobre él todas las maldiciones escritas en el libro de la ley


¿Fuerte, no?


Me gusta intervenir textos ajenos, mucho más si los textos me confrontan o me disgustan. Siento que estoy haciéndole una cirugía estética al pasado sin su consentimiento. No es algo nuevo, cientos de escritores ya lo hicieron, y han hecho cosas realmente buenas. Como Leónidas Lamborghini que hace unos 50 años diseminó el texto de la Razón de mi vida de Eva Perón para hacer un poema ilegible e increíble simultáneamente. Yo nunca me hubiese atrevido a tanto. ¿Lo hará alguien con Sinceramente? Ahora que lo pienso, sigo a un bot en twitter que publica frases aisladas del libro y por momentos es muy divertido. Es imposible leerlos sin imaginarse a la voz de Cristina Fernández de Kirchner.


Bueno, contame como vienen tus días. Espero que todo esto pase rápido así nos juntamos a tomar unas cervezas o algo así. Y vuelvo a insistir, si tenés alguna receta para que el tiempo pase más rápido, no te olvides de contármela.

Un abrazo grande y hasta pronto.

Rodri

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