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  • Valeria López Muñoz

Las Promesas


Me gusta cuando la editorial Iván Rosado anuncia que sacó un libro nuevo, o que hay un libro en proceso que pronto se publicará. Comparten la noticia en su página de Facebook y en Instagram, y ahora también en un blog de Tumblr. Siempre escriben unas palabras de bienvenida acompañadas con una foto de la tapa del libro o con una imagen que viene en el interior que sorprende como una explosión a la que reaccionamos con multiformes corazones. Y cuando me encuentro con esos anuncios de libros en las redes, casi siempre sé que voy a querer leerlos de inmediato, o pienso en alguien cercanx a quien se los puedo regalar, como me pasó con el libro Las Promesas de Paola Vega, que se lo quiero regalar a una amiga cuando pueda volver a visitarla.


Mi amiga es una poeta de 21 años que tiene una obsesión con la fotografía, especialmente con los retratos. O tal vez es una retratista de 21 años que tiene una obsesión con la poesía. De cualquier forma, el libro Las Promesas me hizo pensar en ella y creer que se van a gustar. Algo así decía un cuento que leí hace poco, que elegir un regalo es imaginarse con optimismo a la persona junto con el regalo en la mente.


El regalo del futuro es un libro de fotos de artistas plásticas argentinas. Una selección de retratos en blanco y negro donde se las puede ver trabajando en sus talleres, en inauguraciones de muestras, en el interior de sus casas o en paisajes al aire libre. Cada fotografía tiene un cartelito al lado con sus nombres y en algunas también aparece la fecha en que fue sacada y el nombre de la persona que la sacó. Son muchas artistas, ochenta y cinco en total, que vivieron y realizaron sus obras en Argentina entre 1900 y los años 60. Y ahora forman el grupo Las Promesas desde que están reunidas así en el libro.


A través de las páginas las veo sonrientes, concentradas, serias, sorprendidas, diciendo algo justo en el momento del click. Mirando a cámara, mirando para otro lado, con los ojos entrecerrados por el sol fuerte. Con pinceles en la mano, con las manos en la cara, descansando en una silla, abrazando a un caballete. Solas, con gatitos, con chaleco de lana, enseñando, andando en bici, haciendo algo en el piso con una obra. Conozco a muy pocas, la mayoría son personas nuevas para mí. Ver sus fotos es como descubrir una parte de la ciudad a la que todavía no fui.


Me acuerdo de la primera vez que desayuné en el café Harvard de la calle Alberti. Antes lo había visto publicado en una miniguía de Once que llegó por debajo de la puerta del edificio donde vivía hace pocos meses, y siempre lo veía desde la vereda de enfrente cuando pasaba caminando por ahí. Pero no sé por qué nunca me había decidido a entrar, aunque estaba entre los primeros lugares de mi lista. Porque en ese tiempo había hecho una lista de lugares para visitar en la ciudad que empezaba con la plaza de los perros, la fuente de la poesía, la vidriera del local donde todavía está pegado el cartel dorado de Belleza y Felicidad, el puente de La Noria, la plaza San Martín, donde las copas de los árboles crecen hasta casi casi tocarse pero jamás se tocan y ese fenómeno se conoce como “la timidez de los árboles”. La lista continuaba con varios lugares más de distintos barrios y otros de Once que había visto en la miniguía. Así que una mañana vi el café Harvard abierto y simplemente entré a conocer y estar.


Esa misma sensación tengo ahora cuando miro las fotos de Elvira Grau, Andrée Moch, Dora de la Torre, Betty Flores, Elba Nalda Querol, Ada Tvarkos, Elena Touzé… había escuchado algunos de estos nombres por amigues que aman mucho el siglo XX, pero no tantos juntos y tampoco conocía sus caras… pienso en cómo serán sus obras, en qué tipo de espacios las mostrarían, con qué materiales habrán trabajado... se conocerían entre ellas y harían cosas juntas? se mandaban cartas con obras chiquitas adentro? habrán compartido taller o casa en su juventud?... apagué todas las luces de mi cuarto y dejé solo una lámpara de luz suave y focal y un vaso de vino para verlas con atención…


Hay una foto de Yente que le sacó Juan Del Prete en 1937. Está sacada desde arriba como si el pintor se hubiera subido a un banco, o que hizo puntas de pie para estar más alto. La foto es casi cuadrada y se divide en dos partes principales: la parte de arriba la ocupa una ventana que deja pasar la luz a través de una cortina y una mesa grande de madera con materiales de pintura. La cortina cae formando pliegues abultados sobre la mesa y baja hasta tocar el piso. Yente sale en el sector bajo de la foto frente a un atril y mira sonriente para arriba hacia la cámara, sin dejar de pintar. No se ve lo que está pintando, pero en el dato que acompaña la foto dice que es el año en que la pintora se inicia en la abstracción. Entonces pienso que podría estar pintando “Las muchachas” o “Composición curvilínea”, una témpera sobre cartón en tonos azules que se parece a las fases de un eclipse lunar. Se me ocurre hacer una encuesta a todes les que viven en mi casa que consiste en una sola pregunta: a quién conocieron primero, a Yente o a Del Prete?


Y qué pasaba en 1937? Un año antes, en 1936, un grupo de mujeres se juntó para crear la Unión Argentina de Mujeres, decididas a impedir que en el proyecto de reforma al Código Civil se agregara una cláusula mediante la cual la mujer casada no podría aceptar ningún trabajo ni ejercer profesión alguna sin previa autorización legal del marido. Busco en google “pintura argentina 1937” y aparecen las obras de cuatro pintores famosos. Hay un gran filtro en internet, mejor vuelvo a Las Promesas. A una foto de Andrée Moch posando con sombrero junto a un autorretrato en una muestra suya. Andrée Moch era pintora y poeta, escribía notas de arte en la revista La Baskonia y en 1939 publicó su autobiografía titulada “Andanzas de una artista”. Del autorretrato de Andrée Moch voy al autorretrato de María del Carmen Gómez Raba que registra una foto tomada en 1960 y que pertenece al archivo de la artista Ana Gallardo, su hija. Las Promesas es un libro que acompaña a buscar más.


Las Promesas y también T.R.I.P.A (Trabajo de Registro e Investigación sobre Paisaje Argentino) de Maximiliano Masuelli, son dos libros de Iván Rosado realizados especialmente a partir de archivos que ofrecen “pistas”, como dice Paola, o “datos” como dice Maxi. Comparten esa cualidad de despliegue de coordenadas con la miniguía. También me gusta pensar que son como cuchillos. Unos cuchillos mariposa que hacen un pequeño corte en la superficie dura de la historia del arte famosa. Aunque no se si un cuchillo mariposa es la mejor analogía para un libro, ya que son ilegales en muchos países, pero por ahora lo dejo así.

Le pregunto a mi amiga fotógrafa de la que les hablé al principio si además de las fotos que saca tiene algún otro tipo de archivo personal y me dice que sí, “que de chica guardaba muy zarpado todo”, que tiene palitos de la calle, juguetes, un lápiz con el que hizo un chiste en primer grado y todos se rieron y se sintió bien, pintalabios viejos, cartas, perfumes vacíos, invitaciones a cumpleaños, entradas al teatro o cine, y esas cosas, hasta un retazo de una musculosa. Y como las cosas siempre son un poco mezcladas entonces ahora sí estoy segura que Las Promesas le va a encantar.


Las promesas, Paola Vega. Editorial Ivan Rosado. 96 pg.

IVAN ROSADO



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