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  • Isabelle Graw

Generando valor en la pandemia


1. Problemas de escritura relacionados con el coronavirus

Pensé en cómo abordar este tema durante mucho tiempo. Bajo ninguna circunstancia quise unirme al coro de comentaristas (en su mayoría hombres como Giorgio Agamben, Slavoj Žižek, Frank Castorf, etc.), quienes rápidamente presentaron algunos escritos que, en la mayoría de los casos, solo variaban ligeramente de sus tesis conocidas.(1) Frente a la pandemia, también parecían pensar que estaban en una posición soberana, lo que me pareció un poco presuntuoso. Por otro lado, encontré iniciativas como las conferencias del “Frankfurter Arbeitskreis”(2) mucho más útiles y estimulantes, que no solo combinan diagnósticos y teorías actuales, sino que también enfatizan la experiencia de nuestra condicionalidad y vulnerabilidad frente a la pandemia. El hecho de que esta crisis se extienda a lo personal se muestra también en el actual aumento de la escritura autobiográfica o enfáticamente autoral: numerosos estudiosos, intelectuales y escritores vuelven a decir “yo” en los textos que hablan sobre este tema. Idealmente, las observaciones personales se vinculan aquí con el pensamiento sobre la validez actual de categorías socio-teóricas como la biopolítica.(3) Mi texto sobre los efectos de esta "crisis" en la economía del arte también debería ser más "personal", debería tener más imaginación y combinar los hallazgos y diagnósticos con reflexiones de valores socio-teóricos. Estaba particularmente interesada en cómo el colapso de las infraestructuras comerciales del arte, inducido por la pandemia, afecta la forma especial de valor que tiene el arte. Sin embargo, a la hora de realizar hallazgos y diagnósticos actuales, me enfrenté a la dificultad de que la situación de los datos cambia todos los días. Con mucha dificultad trate de mantenerme al día con el procesamiento de la información que se actualizaba constantemente, por lo que traté frenéticamente de recibir y evaluar cada artículo publicado en internet o fuera de inernet. Hubo una cierta inquietud, un estado de receptividad que se apoderó de mí. Para ese momento, ya me había decidido a tomar el tiempo necesario para pensar con calma en los efectos que esta "crisis" produce en la forma especial que posee el valor artístico. Aunque, en la pandemia, algunas cuestiones parecen difíciles de lograr.



2. Ni tiempo ni descanso


Porque el “tiempo” y el “descanso”, que serían necesarios para analizar esta situación (completamente nueva en todos los aspectos), en las últimas semanas se han convertido más que nunca en artículos de lujo al alcance de unos pocos. En el caso de numerosas mujeres trabajadoras con hijos, por ejemplo, su proverbial doble carga (y el consiguiente agotamiento) adquiere proporciones inimaginables cuando, además del trabajo de cuidado que ya realizan, también tienen que escolarizar a sus hijos. Numerosos autores han afirmado con razón que en el transcurso del "bloqueo" provocado por la crisis, no solo las desigualdades sociales sino también las desventajas estructurales de las mujeres están aumentando masivamente. Según un estudio, un 50% más de hombres han enviado artículos a revistas científicas en las últimas semanas.(4) Esto significa que numerosas mujeres académicas se quedan muy atrás en la competencia académica debido al trabajo de cuidado que generalmente está a su cargo.


En comparación, mi situación actual se puede caracterizar como extremadamente privilegiada. En cualquier caso, principalmente trabajando desde casa en la tan famosa “Home-office"”, que por cierto finalmente elimina la separación de “trabajo” y “familia”, tampoco tengo que hacer de maestra para mi hija de 13 años. Afortunadamente, recibe las lecciones de su escuela a través de internet entre las 9 a.m. y las 4 p.m. Gracias a una beca, estoy exenta de enseñar este semestre, lo que también me salva de los agotadores seminarios y conferencias de Zoom. Si agregara a este escenario la omisión de todas las giras de conferencias y los plazos pospuestos, debería contar con todo el tiempo del mundo. Sin embargo, ocurre lo contrario, lo que inicialmente puede deberse al hecho de que tiendo a consultar constantemente las últimas noticias de Coronavirus en internet y, como ya mencione anteriormente, esto tiene un efecto decididamente paralizante en mi propio trabajo. En vista de los numerosos informes de personas gravemente enfermas, que luchan por sus vidas o agonizan, me quedo sin aliento y me cuesta reconocer el significado de mi propio proyecto de investigación (sobre el "valor del arte"). Para empeorar las cosas, en este momento tengo que generar la motivación para mi proyecto completamente desde mi interior. Porque las estructuras de vida y trabajo más "motivadoras", como las comidas con colegas o las discusiones con amigos después de las conferencias, ya no son posibles por el momento. Entonces mientras estoy sentada en mi escritorio un poco triste a pesar de mi situación privilegiada, mi mujer policía interior me acosa con la orden de ser productiva en este período excepcional sin obligaciones sociales y profesionales para finalizar mis diversos libros y proyectos de texto. Entonces, aunque teóricamente tengo más tiempo, me estoy sometiendo a una enorme presión más que nunca.


Pero antes de que pueda ceder a esta presión y empezar a escribir, una preocupación más apremiante, una preocupación por la supervivencia económica de la revista que edito, se abre paso en mi conciencia. Como todos los medios impresos, también mi revista afronta actualmente la caída de los anuncios publicitarios. No estamos hasta el cuello, especialmente porque la escritura parece estar en auge en este momento. Sin embargo, lo imponderable de la situación actual es difícil de soportar: simplemente no sabemos cómo irán las cosas económicamente y realmente no podemos planificar nada (ni siquiera un evento para nuestro 30 aniversario). En las primeras semanas del "encierro" solía tener noches de insomnio en las que pensaba en medidas inmediatas como las “Ediciones de apoyo” o esta columna que había que crear para producir textos sobre arte. Así que inicialmente no hay rastro de "descanso" y de "tiempo".


3. Los privilegios del dinero


Para la economía global en este escenario de "bloqueo" inducido por la pandemia, el sociólogo Sighard Neckel señaló acertadamente una “interrupción en la cadena de valor”, por lo que, de cara al mercado del arte, uno podría preguntarse si este hallazgo de un cierre de la producción, la inversión y el consumo también se aplica acá.(5) Entonces, ¿no hay valor agregado en el negocio del arte, es decir, no hay más generación de ganancias? La peculiaridad del mercado del arte “en tiempos de Coronavirus” me parece que consiste en el hecho de que la producción artística continúa, pero solo con artistas que tienen las reservas adecuadas. Pero esta producción artística ha perdido sus ocasiones institucionales (fechas de exposición), canales de venta (galerías, museos, ferias de arte, bienales, etc.) y prácticas sociales (networking en las inauguraciones), lo que implica no solo una falta de recepción sino también una falta de ventas. Por lo tanto, actualmente nos encontramos ante una producción artística residual que en gran medida ha perdido su infraestructura.(6) Si estas infraestructuras se debilitan (como es el caso actualmente), entonces, según Butler, nuestras vidas también se verán amenazadas. Transferida a la producción artística, esta dependencia de la vida de su infraestructura significaría que tampoco ella podría sobrevivir si las instituciones, prácticas y relaciones que la componen se desvanecen.(7) Sin un marco institucional y social, la producción artística sería algo diferente del "arte" en el sentido moderno.


Aunque de momento todavía no es posible decir si las infraestructuras del mundo del arte —por ejemplo debido a las oleadas de despidos en museos, galerías y casas de subastas que se rumoreaban desde Nueva York— saldrán de esta crisis debilitadas de forma duradera en términos de personal y finanzas; o si estos despidos, una vez más, solo demostrarán ser una especie de cura drástica neoliberal, con la ayuda de las cuales las instituciones lograran ahorrar algo de sus costos a largo plazo. Sin embargo, ya se puede decir con certeza que esta crisis también se produce principalmente a expensas de los trabajadores precarizados. Por ejemplo, exalumnos de ciudades como Nueva York o Los Ángeles me dijeron que debido al Coronavirus habían perdido sus trabajos en los estudios de artistas exitosos. Como resultado, se quedan sin ingresos ni seguro médico. Literalmente con el culo al viento. Los artistas ricos, coleccionistas y propietarios de galerías, por otro lado, se han trasladado desde hace mucho tiempo de ciudades como Nueva York a sus fincas, casas junto al mar, etc. El hecho de que la brecha entre "pobres" y "ricos" en el mundo del arte sea tradicionalmente muy pronunciada no es un hallazgo nuevo, solo que se hace evidente con particular intensidad en esta pandemia.


Las consecuencias existenciales y potencialmente mortales de esta desigualdad también son tangibles: quienes son pobres o no son ricos tienen que permanecer en condiciones de vida en su mayoría ajustadas y en la ciudad, por lo tanto, están más expuestos al virus y tienen más probabilidades de enfermarse. Sin embargo, los VIP en el mundo del arte tienden a dar por sentados sus privilegios, como si la desigualdad fuera una ley natural y para nada producida socialmente, como si sus privilegios solo fueran "ganados" y no basados ​​en la exclusión de los demás.(8) Como ejemplo de muchos, me gustaría referirme a Marc Glimcher, el director de la Pace Gallery, quien agradeció, en su informe autobiográfico sobre su experiencia con la enfermedad del coronavirus, a sus médicos que lo cuidaron personalmente en casa.(9) A Glimcher ni siquiera se le ocurre que las personas no blancas del sector de servicios que han contraído el virus en Nueva York sólo pueden soñar con un tratamiento privado exclusivo.



4. ¿El negocio bajó un 90%?


Además de los artistas, técnicos, trabajadores de la construcción, salas de proyectos y empresas de transporte económicamente precarixs, las galerías mejor posicionadas financieramente del llamado segmento medio también sufren la interrupción de la cadena de valor. Porque las ferias de arte canceladas también pueden representar una amenaza existencial para ellas, ya que las ventas generadas allí a menudo representan la mayor parte de sus ventas. Al mismo tiempo, las evaluaciones de lo que significará el cierre para este segmento del mercado varían en este momento: mientras que el comerciante de arte Dominique Lévy de Nueva York fue sorprendentemente franco sobre un colapso del %90 en el mercado del arte,(10) el propietario de la galería de Berlín Johann König declaró que las galerías en realidad les va bastante bien.(11) En la medida en que los propietarios de galerías tienden a pasar por alto incluso las situaciones más oscuras, la evaluación inusualmente pesimista de Lévy posiblemente esté más cerca de la verdad. En cualquier caso, en mi primer recorrido de visita (enmascarada y bajo condiciones estrictas) el estado de ánimo en las galerías parecía bastante deprimente y contenido. Incluso la omisión de los rituales de saludo -sólo se saluda desde lejos, si es que se saluda, sin comunicarse realmente entre sí- es emblemática de la difícil situación de la valoración actual del arte, que se basa esencialmente en la interacción social. Como dijo Karl Marx, el valor es una “relación social”, en otras palabras: algo basado en el intercambio que está estructurado relacionalmente.(12) Esto también se aplica al arte como una mercancía, que se sostiene sobre todo por rituales sociales como inauguraciones y cenas porque su valor no es intrínseco: no está en las obras en sí, sino que debe negociarse una y otra vez según la situación. Pero, en la actualidad, el intercambio social es exactamente lo que las máscaras, las prohibiciones de contacto y las reglas de distanciamiento están haciendo enormemente difícil, si no imposible. Por tanto, el valor del arte se encuentra actualmente en un terreno incierto.


5. Salas de exposición digitales, visualizaciones privadas y la ambigua situación de la crítica


Debido al cierre de galerías y museos, ha habido una verdadera fuga a las “salas de visualización online” en las últimas semanas, con Art Basel Hong Kong marcando el comienzo. Según Dominique Lévy, tales salas de exposición adolecen del hecho de que simplemente "no son amigables", por lo que también carecen del aspecto social en el que está profundamente arraigado el comercio del arte. Sin embargo, he recibido numerosos correos electrónicos de galerías que anuncian el traslado de sus exposiciones a salas de exposición vitruales. Este formato tiende a plantearse como el punto de venta único de las artes visuales: aunque sus productos circulan como artículos tangibles y con materiales únicos. No es cierto que los detalles (y la materialidad) de una obra de arte no se puedan transmitir en internet, sino que en la mayoría de los casos solo se puede hacer aproximadamente. Es particularmente cierto en numerosas pinturas (estoy pensando aquí en las imágenes textiles en forma de collage de Tschabalala Self) que hay que ver las originales para comprender su retórica. Los “recorridos” en internet a través de exposiciones, como los ofrecidos por KW en Berlín para la exposición de Hassan Sharif, son en última instancia tan insatisfactorios porque los espectadores no se encuentran en el ojo de la cámara, deslizándose sobre las obras. En lugar de reproducir la experiencia de la exhibición analógica en forma digital, tal vez deberían desarrollarse formatos en internet que ni siquiera intenten hacerlo. Y en lugar de explicar al espectador cómo surgió la exposición, que tiene un interés limitado, se podría mostrar qué intervención específica realiza la exposición en su respectivo contexto social y espacial. Sólo cuando se hace más o menos claro lo que está en juego en una exposición o en una obra artística en un determinado momento histórico, su significado simbólico, y por lo tanto también su valor simbólico, se vuelve tangible. Sin embargo, en la mayoría de las salas de visualización de internet, las obras de arte se presentan como si su significado simbólico y, hasta ahora, su valor simbólico, existieran evidentes por sí mismos. Cuando realmente ese valor es parte de una negociación. Sin embargo, tal negociación en el espacio analógico tampoco se produce de forma natural, debe forzarse y organizarse en consecuencia.


Lo contrario de un proceso de negociación de este tipo me parece que está representado por la tendencia creciente hacia las “visitas privadas” o las “ventas privadas” (en galerías y casas de subastas) en el curso de cierres de galerías, prohibiciones de contacto y regulaciones de distancia. Las obras de arte solo son vistas aquí por unos pocos privilegiados en entornos exclusivos o se venden de forma privada en la sala de exposición de la galería. Se podría decir que la tendencia existente en el campo artístico hacia el aislamiento, rico en prerrequisitos, es reforzado por el Coronavirus y al mismo tiempo pasa invisibilizada. Como los "private viewings", transforman el mercado del arte en una zona aún más exclusiva y opaca que funciona con la exclusión del resto del público. Y para un arte que se extiende entre "visualizaciones privadas" y "ventas privadas", también es cierto que ahora, a raíz de esta crisis del mercado del arte, se han vuelto a escuchar voces con la esperanza de que se separe la “paja” y el “trigo”, una especie de sacudida del mercado, como si solo el mercado decidiera el significado simbólico de una obra de arte.(13) Las recesiones anteriores, a principios de la década de 1990 o 2008, se manifestaron en forma de crisis de credibilidad en el mercado del arte, por lo que las jerarquías y sistemas de creencias anteriores, particularmente en la esfera de las subastas, se volvieron cuestionables. Sin embargo, al mismo tiempo, el anhelo de un rápido “regreso a la normalidad” era muy pronunciado, de modo que al final fueron sobre todo los actores que antes se habían posicionado como “ganadores” quienes salieron más fuertes de estas crisis. Las crisis siempre han sido el gran momento de la crítica, ambos en términos etimológicos están estrechamente relacionados. Por muy fuerte que sea el anhelo de voces críticas (o de textos significativos en las presentaciones en internet de las galerías), la crítica se devalúa en tiempos de la pandemia: por ejemplo, queda claro al enumerar los "pilares" más importantes del negocio del arte, ni siquiera se menciona la demanda de más apoyo estatal para las galerías.(15) Como agente de generación de valor simbólico, puede que tenga demanda en este momento, pero al mismo tiempo, se desvanece regularmente como actor central en la producción de valor. Lo que este hallazgo ambiguo significa para mi propia escritura crítica sobre el arte en la pandemia es algo poco claro actualmente. Sobre todo por la mañana después de despertarme, cuando la nueva y opresiva realidad se me impone con fuerza, fluctúo entre una gran contrición y un vigor obstinado: en esos momentos, la escritura crítica en el arte me parece tan superflua e insensata como absolutamente necesaria y urgente.

 

Notas

(1) Giorgio Agamben: "Somos sólo la vida desnuda". Slavoj Zizek: “El fin del mundo tal como lo conocemos”. Véase también la indecible entrevista con Frank Castorf en Spiegel, en la que se niega de una manera vulgar a ser "obligado" por Angela Merkel a lavarse las manos. Su fijación sexista por la mujer poderosa es sintomática y su confusión de la voluntad democrática con un gobernante que la regula.

(2) En este contexto, me gustaría especialmente recomendar las conferencias “Teorías críticas sobre la pandemia. Un glosario sobre la crisis de Coronavirus ”. Con respecto al virus, por ejemplo, según Katharina Hoppe, el contraste entre naturaleza y sociedad ya no se puede sostener. En cambio, deben asumirse "procesos biosociales", un "entrelazamiento de la sociedad y la naturaleza". En términos epistémicos, según Hoppe, este entretejido equivale a una imagen diferente del hombre: el hombre debe ser considerado como un compuesto de relaciones de dependencia, una sugerencia que también se refleja en el nuevo libro de Judith Butler The Force of Nonviolence.(2020). Según Hoppe, el virus también nos obliga éticamente a reconocer nuestra condicionalidad y vulnerabilidad. Y políticamente al reconocimiento de las interrelaciones biosociales.

(3) sobre esto ver: Sabeth Buchmann en Textos sobre arte , notas sobre cuarentena. Ver también sobre la utilidad de términos como sociedad disciplinaria o biopolítica: Philipp Sarasin: "Understanding the pandemic with Foucault?"

(4) Carolin Wiedemann: “Niños, cocina, Corona. La crisis es la etapa del patriarcado”, en: Tagesspiegel , 29 de abril de 2020.

(5) Sighard Neckel: “La polarización aumentará”, Frankfurter Rundschau , 24 de marzo de 2020.

(6) Ver Judith Butler: The Force of Nonviolence , Londres 2020.

(7) Sobre la importancia de las infraestructuras ver el artículo de Sabeth Buchmann y el de Tom Holert

(8) Por supuesto, también hay una tendencia entre los privilegiados a nombrar su propia posición privilegiada, para dejar todo así como está y no hacer nada para cambiar las estructuras.

(9) Consultar "Tuve coronavirus. Me hizo pensar en cómo se recupera el mundo del arte”, por Marc Glimcher, 7 de abril de 2020.

(10)Tanya König: "La única edición digital de Art Basel no logra impresionar al comerciante de arte influyente", 21 de abril de 2020.

(11) Johann König: "24h in Isolation" , 22 de abril de 2020.

(12) Karl Marx. El Capital. Crítica de la economía política , volumen uno, Berlín 1984. pág. 62.

(13) Ver

(14) ver Rupert Pfab en conversación con Gabi Wuttke: “Los propietarios de galerías exigen apoyo a través de compras de arte”, 20 de abril de 2020.


Publicado originalmente el 13 de mayo de 2020 en TEXTE ZUR KUNST con el título WERT GENERIEREN IN DER PANDEMIE. ​Traducción de Mario Scorzelli. Imágenes de Virginia Negri.



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