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  • Malena Pizani

Cuando muera quiero ser una animal


Siempre supe que Nico —la gata— y yo nos comunicábamos mentalmente y a través de la mirada. La caída de párpados y ojos entrecerrados de ella querían decir te quiero. Los ojos cerrados o casi cerrados y la cabeza un poco de costado, acariciame. Mis guiños y ojos a medio abrir y unos suspiros guturales que aprendí a hacerle significaban sos la gata más hermosa que he conocido. Nos hablábamos. Yo en la vigilia le preguntaba cosas que ella me respondía en sueños. Un par de meses antes de que se enfermara le pregunté cuándo me iba a dejar y esa noche soñé que ella me mostraba un documental en la televisión donde unos monos formaban un círculo alrededor de una lechuza muerta. Me quiso decir en sueños lo mucho que se pueden amar los animales de diferentes especies y lo mucho que se pueden llegar a extrañar personas y gatos que han compartido este mundo.


Me interesa mucho el duelo en los animales. En este campo hay ideas contrapuestas. Algunxs piensan que adjudicar un duelo a un animal es antropomorfizarlo. Otrxs, como yo, creemos que hay duelo en los animales porque la pena y la incomprensión que componen lo que se siente al perder a alguien cercano no son algo exclusivamente humano. Me resulta más antropocentrista afirmar que la tristeza es una emoción únicamente humana, que adjudicarla también a los animales.


No hay un desconcierto mayor que el que vivimos cuando alguien que estuvo siempre cerca de pronto no está más, aunque sepamos que eso eventualmente va a ocurrir.


Por qué una ballena o un delfín no mostrarían su tristeza ante un amigo muerto? Lógicamente lo harán. Harán su danza para delfines muertos.


Por qué razón una orangutana no haría un ritual de despedida ante la muerte de su hijo? Ella le limpiará los dientes durante horas con trozos de pasto y revisará su boca buscando algún suspiro que pudiera torcer la certeza del acontecimiento.


Una vez vi cómo dos hormigas llevaban a una tercera a cuestas, en una suerte de baile errático. Jamás, salvo ante la tristeza, una hormiga podría mostrarse perdida o desorientada. Las hormigas, todas, lloran. Lloran lágrimas dulces.


Le dije a Nico cuando estaba muriéndose en el living de casa al sol, donde a ella le gustaba estar, que esperaba que en ese otro mundo donde ella está ahora hubiera un lugar para mí. Porque cuando yo deje este mundo ciertamente no quiero ir a donde millones de almas humanas llenas de culpa creen que está dios. Yo quiero estar entre orangutanas, gatas, lechuzas y cangrejos. Yo cuando muera quiero ser una animal.


Nico nació el 9 de octubre de 2001 en Buenos Aires y murió el 14 de Septiembre de 2020 en la misma ciudad.


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