El espejo de Laura Códega
La bienvenida que van a leer a continuación son las palabras que quedaron impresas en una hoja de sala que tenía también una foto. Cada hoja tenia una foto distinta. No una imagen impresa: una foto. De esa no repetición de las imágenes está hecha la obra de Laura. Pero repite figuras, motivos, maneras, que poco a poco se distinguen entre ellas, como hijastras de un estilo al que traicionan y aman. Podrán ver estas semanas la muestra y van a poder recordar para siempre, si la ven, que el arte no está hecho para ser perfecto, sino para reflejar la perfección. Esto quiere decir para ser imperfecto.
Buenas noches. Estamos ante la celebración de una niña vieja, una adulta adolescente y una joven señora. Laura nunca fue ni será otra que todas ellas juntas. De ahí que un espejo sea una relación, o mejor dicho casi una relación. Una promesa de intimidad, no una intimidad. ¿El espejo es un reencuentro con el siempre perdido amor propio?
Ay, como trabajadora de los dualismos, nuestra cumpleañera nos demuestra que no alcanza con la perturbación ni con la ternura. Que no se casa con la comedia ni con el drama. Que prefiere pegar sobre los reflejos del arte argentino regular, las ínfulas del mundo y la necesidad de dejarse oír con esculturas, banderines y marcos ensamblados a recuerdos neutrales.
Como a los niños que esperan al mago que se está cambiando en el baño, nos hace fantasear de verdad con el momento en el que notamos el zas de las cosas. El momento indiscutible, el sombrero del sentido. Una sensación, una idea que creemos verdadera. Los resultados hacen su ingreso, parientes del agasajo: el tabú, la genialidad o simplemente el maniquí de la superación de las frustraciones.
Queridxs invitadxs: van a ver cómo ciertos personajes parapetados en las obras, o canchereando ser las obras mismas, se divisan a sí mismos. Es ahí donde nos indican el peligro de lo que posiblemente terminemos siendo: lxs protagonistas de la estupidez y de los temas de la humanidad (¡Venga otro dualismo!).
Llegó el momento de soplar las velitas. ¡Norma, traé la torta por favor! La de muñecas bizcas que se escapan del merengue existencial, entre el ahogo y la flotación hedonista.
Antes de que nos saquen el souvenir de las manos queremos decirles una cosa: cada arquetipo de los que nos esperan en esta muestra, la modelo, la cocinera, el payador descansando contra la verja, la abuela acogotada por el collar del tiempo, la multitud de manos pedigüeñas… son los biselados de Laura, la institutriz, la portera, la que guía, la que observa y también se mira. La que se gusta y se horroriza de sí. La que trabaja para conocerse y ser cada vez más ella con cada año que pasa.
Sobre la muestra El Espejo de Laura Códega en Galería Mite, Av. Córdoba 380.
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