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Francisca Lysionek

Notas para Notas para una argentinística



Conocí a Lux Lindner hace algunas semanas. Lo primero que oí salir de sus labios fueron órdenes en alemán que le daba a su perro Bigo. Le pareció pertinente compartir conmigo un brunch que incluyó medialunas y fideos al pesto, para charlar un poco y tener alguna idea el uno del otro, antes de la presentación de su segundo libro, Notas para una argentinística, del cual participé.


La conversación no había empezado realmente pero yo ya estaba pensando en Robert Crumb, y ese gran documental que profundiza en su labor de historietista (palabra muy complicada para mí en este momento), su vida amorosa y su vida familiar, Crumb. Un clásico "vida y obra" pero en este caso, interesante. Este nexo me lo guardé para mí, pero me acompañó durante la lectura del libro, casualidad acertada. La reunión fue útil y agradable, como consultar un mapa antes de largarse a caminar por una ruta incierta. Mencionó algunos ciudadanos ilustres pero no me pareció un name dropping insulso, sino parte de su interés por modelar una tradición literaria.


Esa tradición aparece en el libro y por suerte también aparecen más cosas. Desafortunadamente ya no hay libros así, la gente ya no escribe así, y sin embargo es un libro muy actual. Digo que participa de asuntos contemporáneos y acusa recibo de discusiones jóvenes en igual medida que históricas.


Pongamos un ejemplo: cuando leí el final de uno de los cuentos a una amiga lo primero que me preguntó fue: “¡¿Es su hermana de verdad?!” (refiriéndose a la protagonista del relato). Revelador: estamos muy acostumbrados a leer en clave confesional e inficcionalizada. Problemático: olvidamos dónde está el corazón de la literatura. No digo que está en la ficción, pero sí en la imaginación.


En el secundario y después en la facultad me acuerdo que se planteaba esa idea de cierto “pacto” o acuerdo entre texto literario y lector, similar al de obra de teatro y espectador. Este pacto implicaba que sufrías y te alegrabas hasta cierto punto con las vicisitudes de los personajes, que el compromiso con la narración no es total, sino parcial y limitado. Ni más ni menos que reconocer el marco de ficción que contiene a una obra.


¿Qué pasó con ese pacto?


“Triste fin de mi hermana” es la última línea de ese texto, un guiño directo y una provocación abierta a la literatura del yo. Estamos viviendo algo muy raro, una demanda a la obra de arte de realidad y alineación ideológica que limitaría de manera contundente la oferta de forma y contenido si se aplicara de forma totalitaria. Es raro pedirle a cosas que ya están impresas o ejecutadas que sean otra cosa que lo que son. Las cosas son y fijate que hacés con eso es una actitud más coherente ante un libro. Y es más raro todavía pedirle a las cosas que tengan el mismo compás moral que vos, que no tenés nada que ver con la cosa excepto que estás frente a ella.





Poco a poco estamos soltándole la mano a la literatura del yo para dejar que entre en el texto la “fantasía” (?). Digo, un guiño a la ficción, apenas esbozado pero que ingresa sin dudas como fantasía, sin ambigüedad.


La ambigüedad es sutil, y la sutileza no es útil cuando alguien escribe para demostrar algo sobre sí mismo y sus valores o su compás moral. Hay que ser bien claro en que estamos a favor de esto y en contra de esto otro. Por eso preguntamos fascinados cuando tenemos la oportunidad: ¿esto te pasó de verdad? ¿En serio hiciste eso? El chisme no es inocente, es una manera de conocernos. La gente escribe literatura pero en realidad está desesperada por comunicar cosas de sí mismo.


Qué mal piensan de la imaginación.


Creo que contar cuentos es básico y primordial, pero hoy es difícil contar cuentos y es más fácil hacer discursos, propaganda. En su momento Freud dio una explicación al chiste negro pero ahora necesitamos una explicación de porqué el chiste negro es rechazado, condenado y relegado.


Lo mismo, la clave de lectura para este libro no es el humor negro, eso es un plus que se disfruta y se agradece y listo. Si uno se permite reírse con esas cosas, “¡este libro es para vos!”. Pero también si no. Me explico, Lux Lindner (aunque lo conozco hace poquito) es un “tipo divertido” (noto que últimamente la crítica de arte tolera statements del estilo, así que me doy el permitido). Un tipo divertido te hace reír cuando te indica a cuántas cuadras estás del Hospital Udaondo, y un tipo divertido te hace reír cuando narra la relación entre Argentina y las Malvinas de adelante hacia atrás. Me explico de nuevo, el libro tiene humor, no humor negro.


Cuando tuve que pensar cuál era la palabra para definir la esencia de estas Notas, lo primero que pensé fue en la desilusión, él mismo se llama Dibujante Desilusionado. Pero después me arrepentí, porque no estoy segura de que alguna vez haya estado ilusionado, aunque quizás sí. No me parece porque no hay resentimiento en este libro. Ni siquiera veo una mirada oscura sobre las cosas, es más bien objetiva, científica. De alguna manera la voz que narra los hechos está poco involucrada con lo que esté pasando. Si tiene que expresar su opinión sobre las cosas es como si lo hiciera por obligación.



Cuando leí las Notas de introducción a la argentinística pensé que se trataba muy literalmente de una introducción a un libro que iba a tratarse de esta argentinística, una ciencia a desarrollar. Me sorprendí cuando seguí leyendo y eran relatos, fragmentos sueltos. Lux ya me había dicho que todo el libro estaba hecho a partir de notas perdidas a lo largo de los años y ahora rescatadas, pero tuve la sensación de que iba a tratarse de una sola cosa. En la primera lectura decidí simplemente disfrutar de los relatos, pero después hice una segunda tratando de ver qué pasaba si le hacía caso a esa impresión que había tenido al principio. Es decir, traté de ver todos los fragmentos como notas para una argentinística.


La introducción da unas cuantas claves, a saber:

-- que la premisa de esta ciencia es que “la Argentina es un país pobre por mucho que se lo administre”

-- que es necesario ocuparnos de nuestro Arte

--que la idea de una Argentinística nace en el exterior, Suiza.

--que la Argentinística tiene su primordial sesgo que es el visual

-- que Argentina es la creación de un artista, Sarmiento

-- que es un espacio de imposible convivencia para las formas

-- que a la Argentinística le importa sobre todo la personalidad: “De ahí la voluntad de retratar no tanto desde la contingencia fisiognómica, sino más bien de aludir a características de lo argentino presentes en una individualidad”

-que hay una selección de ciudadanos ilustres o influencias que el lector deberá detectar


Estas son algunas ideas que aparecen y que traté de tener en cuenta para esta segunda lectura. Para cerrar voy a detenerme en una, que en realidad son dos: la idea de que la argentinística tiene un sesgo necesariamente visual y que busca retratar personalidades que contengan características argentinas.


Tamaña empresa busca asociarse a una tradición literaria importante para algunos, misteriosa para otros. La presentación del libro cerró con unas palabras de Juan Laxagueborde, quien con un gesto digno de mago profesional, sacó de la galera una sorpresa para todos los concurrentes. Libraco insólito, primera edición de Radiografía de la Pampa de 1933, firmado por el mismísimo Martínez Estrada, lo que produjo fuerte conmoción en Lux, que casi se hace pis de la emoción.



Finalmente, vuelve a aparecer Robert Crumb, para rapidita comparación. Un historietista (¡dije que no quería usar más esa palabra! ¿un historiador también es un historietista? ¿¿y un sociólogo??) tan notable como Crumb podría decirse en pocas palabras que busca retratar una sociedad. Muy literalmente, sale a la calle y se pone a dibujar personas. Mientras dibuja entra la sátira, no después, dibuja críticamente, buscando que los individuos digan algo sobre el lugar y la época en la que viven. Lux Lindner busca hace algo todavía más complejo.


En este libro está esbozado el retrato de muchas sociedades, muchas argentinas. El retrato de la historia de un país que no es país o que son muchos países. Un país que es falso, y también lo único que importa. Un país que es una obsesión literaria. El retrato de la Argentina que es, que fue, que no fue, la que él se imagina en su cabeza que es, la Argentina que se imaginaron otros, una Argentina Ilusoria, a veces secreta.


En su obra visual, y también en estos relatos, lo lindo se confunde con lo horrendo en la búsqueda por el retrato argentino. Si América y Argentina eran una ilusión, qué son ahora. Acá hay alguien que intenta responder esa pregunta.


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