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Belén Silva

Actriz cuerpo entero


Soy serpiente y soy misteriosa. Descendiente de los tiburones, vengo de una luz verde que se dividió en cincuenta y cuatro pedazos.

Muchos mares atrás, frotaba mi lámpara adivinando las locuras de mi desértico corazón. Estoy destinada a padecer el efecto del deseo. Ferozmente me traslado del desconcierto a lo sublime. Aprendo a hacerme de papel.

Hace dos semanas fui a un casting para una obra de teatro de un director que vuelve al “under” y convocó a un casting multitudinario. La particularidad de este espectáculo es que habrá más de cincuenta artistas en escena y será “a la gorra”. Fui sin saber todo eso, desesperadamente en el verano mandé material a todas las convocatorias que se me cruzaron por delante. El trago amargo empezó antes de ir al casting y firmar un pre contrato por si quedaba seleccionada, comprometerme con mi presencia en los ensayos y la circulación de mi imagen por las redes sociales promocionando la obra. Claramente, no mencionaba nada de ganar un “sueldo” por el trabajo y el tiempo invertido, ya que habrá funciones de jueves a domingos “ a la gorra”. Cuando llegué al teatro el día del casting me dieron el número 614, había más de seiscientas personas. Estuvimos cuatro horas para que él y toda su producción nos puedan ver. Después de la presentación había una selección para pasar a la instancia de monólogo. Cuando terminábamos la presentación nos íbamos a un sótano para esperar, todos juntos, los más de seiscientos en un espacio con capacidad mucho menor, ahí había una mesa donde la producción vendía agua, bananas, manzanas y turrones. Cuando finalmente hicieron la selección, a las personas que no eligieron les decían que no significaba que no habían sido seleccionados, sólo iban a llamar a los que querían volver a ver, que sigan expectantes y en contacto desde Instagram y Facebook ya que por ahí iban a anunciar los seleccionados. La verdad es que todo el tiempo sentí que jugaban con la ilusión de los que por alguna razón o sin saberlo, como yo, vamos a un casting de un director mediático y por eso reconocido.

Lo que existe en mi memoria se me presenta como visiones. ¿Qué quiero? Quiero amor y ser una estrella. Eso me mantiene en plena frustración. Si mi vida sentimental se recompensara con mi talento para llorar, merecería ser vista. En situaciones de despecho, puedo alquilar un despojado corazón. Es tan egocéntrico el tratar de hacer reír y lo peor es que me confundo con el éxtasis, un sentimiento de plenitud. Ya no me agrada ser buena en algo, buscar la aprobación. Mirando la punta de mis pies podría medir el abismo que hay entre el deseo y la realidad. Ya sé cuando dudo por falta de fe y caigo en la derrota y no en la experiencia, que enseña que el hombre que vive sueña lo que es hasta despertar.

Me bifurcaré en los charcos de mis lágrimas. En mis fantasías, sos desesperación, como dos ojos cuando se miran y las luces en que se aman, solo los amantes vivirán y los que hayan creído más que prejuicios tendrán. Es tiempo para sentarse a despedir la lujuria en ideas y los sentimientos en vergüenza. El impacto solo me muestra en carne viva. Hacer contacto con enormes brumas de sal para encontrar la herida. Antes de lo que se es, es posible que se haya sido. Desde hoy es costumbre lo inevitable. Hago simplemente un acto de fe y a esa persona que me haga probar máscaras para dejar translucir un bello aroma de sinceridad no la usaré ya que se desvanecería. El olor espanta al principio pero siempre pasa y al pasar sola o acompañada la soledad es cuando mejor me siento, porque aprovecho para comunicarme con mi gran ser especial. Estoy arrancándome las ansias del saber. Enseñar lo que de nosotros queremos mostrar es la clave del éxito. ¿Por qué siento que me están robando el lugar? veo el tiempo, los amigos, las oportunidades, el amor, la pasión y la euforia enfrentándose conmigo y grito, no dejo de quejarme, porque no puedo hacerme cargo de este cuerpo que no entiende de espíritus. Dejé amigos y los olvidé. Me hice ausente. ¿Quién vendrá en mi lugar y abrirá puertas? Estoy entre las espinas de una rosa y las grietas de mi cuerpo. Es de préstamo esta vida y sé que lo mejor está por llegar, sin quitarle el sentido al tiempo, froto la voz de la experiencia. Ya son décadas contando los dedos de las manos y de los pies.

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