Claridad en la confusión
Fotografía de Benjamín Vizcaino
Magui Testoni reúne dos cualidades que no suelen ir de la mano pero que juntas obran de manera genial. Me refiero a la constancia y a la multiplicidad de intereses. La diversidad suele llevar a la dispersión, desde que la conozco siempre fue sorprendente y admirable para mí que alguien sea capaz de cubrir tantos frentes de manera tan eficiente. Cuando olfatea algo con ganas no lo suelta fácilmente, y siempre busca llegar al fondo del asunto. La he visto, con más o menos distancia, desarrollando ideas de todo tipo, tantas que apenas debo recordar unas pocas. Y esto es necesario decirlo antes de meternos de lleno con lo que aquí nos convoca, que es su primera muestra individual, Escuela Paralela, en Para vos Norma Mia.
Los bustos de goma espuma exhibidos en la sala, junto a los calados colgantes de la pared derecha, tienen gusto a conclusión (solo gusto, eh) de un recorrido que empezó hace por lo menos dos años (por supuesto que este número lo digo por el mero vicio de establecer un origen de las cosas, pero no es real, y dicho recorrido podríamos sostener con equivalente veracidad que empieza el día que nació, el día que conoce a Malena Low, o el día en que se talló en alguna piedra el primer retrato de un señor patricio en la Roma republicana). Digo dos años entonces porque fue en ese momento en el que Magui realiza su primera escultura en goma espuma, la de Juan Manuel de Rosas. Vale la pena detenerse en esta historia, ya que ilustra a la perfección una idea que se expresa en toda la muestra, y que es al mismo tiempo su motor.
Durante el 2021, un grupo más o menos coherente de personas se reunió durante el invierno y hasta comienzos de la primavera en el Vómito una vez por semana a leer un libro, guiados por Juan Laxagueborde. Rosas y su tiempo de José Ramos Mejía, por motivos en principio incomprensibles y demasiado amplios para resumir en una oración, nos tuvo ocupados durante algunos meses, cada uno absorbiendo desde donde podía semejante libraco, hasta culminar en un coloquio en el que se presentaron textos, diapositivas de powerpoint y una escenografía pintoresca que ayudaba a colocar a los disertantes en el mood rosista, a la vez que casi todos habían llevado prendas coloradas, a pesar de que el patrón no estaba demasiado convencido de la idea y vistió de negro.
En medio de esa parafernalia, Magui Testoni descubrió su obra, que había estado cubierta de forma misteriosa por un manto bordó en un pedestal improvisado. Fue un momento de pura alucinación colectiva, ese es mi recuerdo. Estallaron los aplausos y las risas, ninguno de los presentes esperaba ver algo así. Después de tantos meses mandándonos al grupo de whatsapp fotos de cada retrato de Rosas que veíamos por la calle, o en librerías, plazas y museos; frente a nosotros teníamos una grandiosa escultura-marioneta de Juan Manuel de Rosas, con sus rasgos tallados en amarillenta goma espuma sucia, perfectamente captados en el bizarro material, con su mirada severa, recta nariz, pelambre desgarbada y unos labios pequeños, que esa misma noche terminarían pintados de rojo, luego de los múltiples besos que recibió la escultura, haciendo juego con la camisola brillante de seda que viste la escultura y que por los puños chorrea dos manotas tan toscas que podrían ser sus pies. Era “La esponja inteligente”, uno de los tantos apodos, tan preciosos como colosales, que Ramos Mejía le adjudica al Restaurador en su libro.
Magui bailó con su obra, e invitó a todos los presentes a unirse al minué. Los encuentros de lectura de Rosas y su tiempo finalizaron, se repartieron divisas punzó entre los integrantes, y todo quedó archivado en las memorias como un feliz recuerdo, del cual cada uno podría sacar más o menos provecho dependiendo de sus ganas e intereses. En el caso de Magui, no estoy segura de que tan claro estaba para ella la puerta que había abierto con su mascota rosista.
Lo que es seguro, es que en ese momento se encontraba tramando un proyecto simultáneo que también aterriza en la Escuela Paralela y es un diccionario propio, basado en un abecedario que se desprende del español y propone nuevas grafías de alto carácter caligráfico, en el que cada letra de nuestro alfabeto es sometida a procesos de desfiguración y embellecimiento, tal es así que su trazado, si se realiza de manera versada, puede conformar arabescos de lo más refinados, con abundancia de cintas, lazos y amables estilizaciones de la línea.
Escuché a Magui llamar a este abecedario un idioma de la confusión, producto de una traducción del español a un código alborotado. ¿Por qué tomar algo comprensible y volverlo incomprensible?, podría preguntarse uno. Más allá del placer estético, o la satisfacción que puede dar sentarse a estirar, invertir, espejar o curvar una forma. Esa mera sensación sería respuesta suficiente, pero tenemos el agrado de encontrar que hay aún más. Es necesario remitirnos al título de la muestra actual (de hecho, es necesario pensar en este título constantemente, no podemos dejarlo ir tan fácil, porque en algún punto todo está hablando de lo mismo).
El abecedario no es el resultado de una chica sola delirando en su habitación y hablando en lenguas (aunque quizás algo así haya sucedido, por qué no), sino que, simulando ser algo totalmente ajeno a los otros, este alfabeto es en realidad una respuesta directa a su conexión con los otros, un código de amistad. Amistades ya forjadas y amistades por venir, por eso también nos invita a aprenderlo, a compartir con ella el caos de expresarnos.
Tener una palabra en la punta de la lengua, hablar por encima de alguien, buscar el sinónimo de una idea para que te entiendan, apuntar hacia la claridad, perderse en medio de una frase, irse por las ramas, la sensación de que todos los que te rodean están hablando en otro idioma… Sí, la confusión nos agobia, hasta que un día, de la nada, intentás decir algo, ni siquiera terminaste tu oración, y ya viste el brillo en los ojos del otro. Te entendió, se reconoció en vos, en tus palabras, eso es la amistad.
Pero volvamos de nuevo a los bustos de goma espuma, cada uno ubicado sobre su neto pedestal, alguno que otro decorado con graffitis de letras inventadas. Dije que el busto de Rosas era ejemplificador de los demás y conté su historia, o lo que sé de ella. Pero no está solo en la sala de Norma Mía, sino bien acompañado por los retratos de María Moreno, el Pity Álvarez, Lili y el Caballo Absuelto. Los últimos dos son quizás los personajes más crípticos que aparecen, no por eso menos hermosos, especialmente el Caballo es abrumadoramente lindo, y un gran ejemplar que da cuenta del nivel técnico alcanzado por Magui para enfrentarse al material, el cual en todos los retratos denota el trabajo del texturado en su superficie, produciendo una trama rica en luces y sombras. El animal, que es la pieza con mayor sentido escultórico de todas, también refiere a una anécdota, relacionada con otro de los intereses de Magui, que es el Vómito, y que por supuesto está ligado a la amistad y al amor.
En realidad, una obra lleva a la otra, así como una historia de vida se cruza con la otra. Podríamos decir por ejemplo la palabra Vómito, y que nos lleve al Caballo, que a su vez nos lleva a Lili, que nos hace pensar en Male Low, que debemos asociar a María Moreno, así como a las lecturas del Affair Skeffington, y también a Rosas, y a aquellos encuentros descritos unos párrafos atrás; y así podemos entender una y mil veces a cada uno de estos rostros, y tomarlos como talismanes de lo íntimo, como una exhibición de lo privado, una captura material de instantes eternos en la vida de Magui. La amistad haciendo escuela y fundando una tradición que se sirve de todo por igual, dándole valor a las cosas cuando pasan por ahí, agarrando lo que hay antes de que no esté, dándole lugar y, sobre todo, dándole vida, al volverla parte de una cotidianidad compartida, hablando con la cosa, vistiéndola, brindando por ella, celebrando y haciendo fiestas salvajes y eternas a su alrededor.
Sobre Escuela Paralela de Magdalena Testoni en Para Vos Norma Mía, puede visitarse hasta el miércoles 28 de junio, día en el que se realizará el cierre de la muestra. El evento contará con la presencia de los preceptores de la Escuela Paralela, Mariano Dorr y Teté García Bravo.
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