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La internacional exiliada

  • Foto del escritor: Flor Barceló
    Flor Barceló
  • hace 2 días
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: hace 28 minutos

La Internacional Argentina
La Internacional Argentina

La figura del exiliado, de la exiliada, es una de las claras representaciones de la Internacional Argentina. Se trata de aquelles que han tenido que construir comunidades externas, en territorios más o menos hostiles, con distancias variables pero que marcabanun afuera de la comunidad que podría denominarse “hogar”. En palabras de Tununa

Mercado,


“Una se pasa toda la vida tratando de apoyarse en columnas, de adherir la pobre masa psíquica a estructuras exteriores con el objeto de darle una forma: se arrima a los demás, ya sean personas, animales o cosas hasta fundirse con ellos, se hace de costumbres buscando en la repetición la manera de evitar la infelicidad (…) La persona se relaciona en permanencia con el afuera, lo que viene del otro lado de su pared condiciona sus movimientos y organiza sus rituales: busca, fundamentalmente, estar en grupo, pertenecer a la grey, pensando tal vez con razón que esa pertenencia puede alejar de ella la locura o, por lo menos, la incertidumbre”.


El exilio, bajo la mirada de Mercado, produce una necesidad de estar en grupo, de armar redes que permitan una conexión afectiva, gestual, ritualista. Si bien sería imposible detenerse en esos rituales que conforman a la argentinidad, me pregunto, en todo caso, si existe una sola serie de rituales o varias series, de acuerdo al lugar de procedencia del grupo que los lleva adelante. La nostalgia nos adhiere, incluso, a experiencias que en el territorio

argentino quizás nos resultarían ajenas pero que, conjugadas desde el afuera, nos conectan con pasados, tradiciones, texturas, relieves.


Algo de esa nostalgia, de la cualidad errante del exiliado, es recogido por Copi en La Internacional Argentina, texto que da nombre a esta muestra. La descripción que Copi hace del exiliado tiene una cuota de pretendido glamour: es una suerte de grupo snob venido a menos, forma parte de una organización política sin organización. Sin embargo, lo que recorre al argentino exiliado o en el exterior es un sentido de comunidad en constante conformación. Acá, la noción de “comunidad” nos permite pensar en una lógica futura: partiendo de un pasado común, es decir, a partir de una historia compartida, se pueden pensar ciertos futuros que darían una continuidad a ese común y que garantizarían la pervivencia de dicha comunidad. En este intercambio, futuro y comunidad van de la mano en el sentido de que la existencia de lo argentino (de nuevo, insisto: de todo aquello que pueda relacionarse con “lo argentino”) resiste a partir de los intercambios, incluso de la obligación a hablar otra lengua, a dejar de lado las expresiones que solo se entienden en nuestra tierra, de acostumbrarse a nuevas formas de vivir. Ese común no está dado, es probablemente una disputa, como nos muestran algunas de las obras que están en esta galería. Es esa disputa por lo común, por lo que significa ser argentine, la que nos vuelve, en palabras de Copi, “niños viejos” que intentan reinventar Argentina.


Me gustaría cerrar con unas palabras de Sylvia Molloy sobre el bilingüismo, sobre las contaminaciones lingüísticas que nos convocan cuando somos argentines en territorio ajeno:


“Siempre se escribe desde una ausencia: la elección de un idioma automáticamente significa el afantasmamiento del otro pero nunca su desaparición. Ese otro idioma en que el escritor no piensa, dice Roa Bastos, lo piensa a él. Lo que al comienzo parece imposición — ¿por qué habría que elegir?— pronto se vuelve ventaja. La ausencia de lo que se ha postergado continúa a obrar, oscuramente, como un tácito autrement dit que complica lo escrito en el idioma elegido y lo percude. O mejor, lo infecta, como dice Jacques Hassoun, usando el término como se usa en pintura cuando un color se insinúa en el otro: «Nous sommes tous des ‘infectés’ de la langue».


And yet, and yet. Esa contaminación también se da en los hábitos de lectura más comunes del bilingüe, con efectos desconcertantes. Sé que cuando estoy manejando en el campo y veo un anuncio al borde del camino que dice «Icy pavement» por un segundo pienso «icy» en francés (y lo que es más, pretenciosamente, lo pienso con i griega, en el francés medieval que alguna vez estudié): «Aquí pavimento». O si en el campo veo un cartel a la vera del camino que anuncia «Hay», mi primera reacción es leerlo en español (desde el español), y pienso «¿Qué es lo que hay?» antes de darme cuenta de que lo que hay es hay, es decir, heno. Para mí el cartel debería decir: «Hay hay», la primera palabra en español, la segunda en inglés. Estos pequeños desconciertos me irritan y sin embargo no puedo evitarlos: me agarran desprevenida”.


Sobre la autora


Flor Barceló es investigadore y docente, actualmente cursa el doctorado en el Departamento de Culturas Ibéricas y Latinoamericanas de la Universidad de Columbia en Nueva York. Es licenciade en Letras por la Universidad de Buenos Aires, con especialización en Teoría Literaria y formación en pedagogía y educación. Su recorrido académico y profesional incluye estudios de posgrado en Estudios y Políticas de Género en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, así como experiencia como asistente de investigación en los departamentos de Teoría Literaria y de Teoría y Crítica Feminista de la UBA. Entre 2015 y 2021, trabajó como docente en escuelas secundarias y universidades públicas, y como formadore en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, donde brindó capacitaciones en interseccionalidad y políticas de diversidad.Su investigación actual se enfoca en archivos queer, publicaciones autogestivas (revistas y fanzines) creadas por activistas LGBT+ en América Latina y Cataluña, subjetividades y vidas dolientes bajo el neoliberalismo, y literatura producida durante las epidemias de VIH/SIDA.


Nota


Este texto fue escrito por Flor Barceló en el marco del evento The Argentine International: A Dialogue, realizado el 22 de marzo de 2025 en The Slip Gallery (NY), como parte de una exploración colectiva sobre las prácticas artísticas contemporáneas argentinas.

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