- Julieta Vieira Nobre
Como ecos en la bruma
“Ese impulso a la construcción de metáforas, ese impulso fundamental del que no se puede prescindir, le sirve al sujeto como fortaleza. Confunde sin cesar las rúbricas, las celdas de los conceptos: arroja las metáforas sin orden alguno, muestra el afán de configurar el mundo existente tan irregular, inconexo, encantador y eternamente nuevo, como lo es el mundo de los sueños”.
La pandemia fue para mí un tajo en la frente. Profundo y en el centro. Sin dudas fue un momento disruptivo a escalas mundiales. Movió muchas cosas de lugar, sentenció otras a la quietud, pero en medio de ese caos, todos necesitamos un lugar donde sentirnos contenidos. El arte no solo es un espacio de contención, lo que sucede es aún más poderoso: a través del arte podemos diseñar una nueva verdad, una nueva metáfora: Ser los creadores de nuestro refugio. Diseñarlo a nuestra medida. Así nació Como Ecos en la Bruma: una muestra que reúne obras creadas de forma individual y construidas en conjunto por Trinidad Metz Brea y Kuki Pierri, curada por Irene Gelfman.
Trinidad encuentra una pintura abandonada en el sótano de su casa y decide rescatarla.
Este es para mi, el acto fundador de la obra. La casa, al igual que la pintura, pertenecían a su abuela: ambos son terrenos heredados, apropiados y actualizados. Como los sujetos, las obras proceden de otras obras
Esta premisa aquí se vuelve evidente: la relación parental es lo que vuelve interesante el diálogo de estas artistas, la forma en la que se entrelazan los distintos materiales y las diferentes técnicas, el trabajo de un marco afectivo y a su vez, un marco concreto y de plástico.
Insisto en el contexto procesual: planear una muestra cuando el mundo está roto, no solo es planear una muestra, es confiar en un escenario donde esa exposición sea posible.
Esta obra rescatada retrata un cielo despejado, un lago celeste y quieto, tres árboles y pastos largos. Trinidad la convierte en el escenario de seres o bichos alados y extraños.
Ahora es ella quien brinda una casa: enmarca esta y otras pinturas con hermosos diseños impresos en tres dimensiones. Contrasta y dialoga una técnica histórica con una contemporánea.
Es interesante el hecho de que el marco le agrega una dimensión a la obra y la convierte en una pieza híbrida y anacrónica. Pero también como éste trasciende su propia utilidad, ya que no solo contiene a la obra: crea la identidad de la misma. Cada marco es único.
Esta pieza es una de las primeras que aparece en el recorrido de la muestra, ubicada aislada y más alta que el resto.
Enfrente de la obra rescatada, se intercalan esculturas y pinturas, pero todas retratan escenarios peligrosos, con personajes que parecen ser sobrevivientes de un mundo que se derrite, se prende fuego y estalla.
¿Un Hada o un Demonio?
Aparece en la esquina, sobre una fina base de hierro, una figura protagonista de esta sala, con largas garras, alas curvas y filosas. Me cautiva su expresión: plantea similitudes con las pinturas de su alrededor porque formalmente sus terminaciones son muy parecidas a las de los incendios y los árboles de las otras obras. ¿Es este un ser derretido y filoso porque deviene de un mundo apocalíptico? El recorrido sigue hacia el segundo sector de la sala. Incluso desde afuera de la galería llama la atención. Sucede algo extraño, desordenado, una leve intuición de algo fuera de contexto.
En las pinturas de aquí ya no hay accidentes ni incendios. El empapelado violeta, los marcos de plástico, la paleta de colores, los paisajes con abstractas y gruesas pinceladas: todos estos elementos componen un espacio que se me hace sentir en una casa de fiestas infantiles, un chiste o un sueño lúcido.
El empapelado es fundamental. Crea una experiencia, involucra al espectador en un espacio de fantasía. Extiende la espacialidad de la obra, funciona como el marco del marco.
Imagino a Kuki pintando sus paisajes en un atril, sospechando poco de este contexto estrafalario donde ahora aparecen sus pinturas. La potencialidad de una obra es infinita.
Hacia el final de la muestra o del refugio, se presenta colgada una pieza plástica tridimensional y de color hueso, de una composición casi simétrica y compleja donde sobresalen tentáculos, alas, rocas, raíces y cuevas. Aparecen obscenas e inconscientes.
Una imagen cargada de información, produce cierta confusión.
Es la obra de mayor dimensión y sin embargo, no se revela fácilmente. Implica un movimiento: un acercamiento. Para Intentar oír los ecos, se debe observar desde adentro de la guarida.
Sobre COMO ECOS EN LA BRUMA de Trinidad Metz Brea y Kuki Pierri en Pionera.
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