El último gaucho lindo, filoso, encantador
Escuchar a Horacio González dar clases es estar bajo la influencia de una payada y de una enredadera. Tuve la alegría de cursar varios seminarios que dictó junto a su colega y amigo Juan Laxagueborde en la Facultad de Filosofía y Letras. Su voz en el aula era un susurro pícaro y preciso. El último que dictaron de forma virtual el año pasado, se llamó “Arte y sociedad en Argentina: de Leopoldo Lugones a Albertina Carri”. Este poema se armó siguiendo la voz de González en mis cuadernos, está hecho de frases dichas por él durante esas clases. El título de esta elegía viene de un suspiro que dio mi papá al enterarse de su partida.
Una minoría intensa, ¡Los sacerdotes albañiles! ¡Los curas obreros!
El protestantismo reclama más sensualidad.
Lugones custodia su aureola,
Conti se lamenta de no saber señales,
saluda al marinero, desconoce el motor, pero...
¿Dónde está la poesía? ¿En escribir la crónica o en manejar la lancha?
El mundo es desdeñable ¡Pero tengo que escribir! ¿Por qué no fui otro?
Por qué no habré sido un paje de Cleopatra, el capitán de un barco carguero que pase por la isla Paulino en La Plata…
Esas son todas preguntas filosóficas
de una filosofía habitual y popular, la mentepsicosis,
la transmigración de las almas que te dice: ‘Tranquilo, vos podés ser otro!
¡De hecho, sos otro!' Sos la reencarnación de un renacuajo,
de un rinoceronte, de un brahman de Persia,
de un dirigente comunista chino de la gran marcha de Mao Tse Tung;
según cómo te caiga Mao Tse Tung podés alegrarte o no alegrarte
pero lo cierto es que alguien te dice que sos una reencarnación.
El borracho exagera su borrachera, ¿es difícil, no?
Como la borrachera es algo irreal respecto a algo real que es no estar borracho, lo irreal de la borrachera es exagerar la borrachera.
La exageración revela que no hay nada de lo real que no tenga algo ficcional.
El terruño, la vida romántica, La Pampa, la locura, el mar, amamantar.
Lugones el poeta hace de la etimología algo verosímil, una ciencia absurda.
Prefiero ser poeta, prefiero tener etimologías que en la duda
establezcan conexiones absurdas que el científico que te dice
“¡Pero mirá si el océano va a tener que ver con la madre!”
Entonces te quita una ilusión, pero a lo mejor te da una vacuna.
La base del lenguaje que sobrevivió: la capacidad de poder apresurarse.
Economía, velocidad, poder dar una orden.
Los idiomas se prenden a la estructura de la orden.
El problema no es el pasado sino qué se hace con él.
La mejor forma de ser argentino, imantando, pensando todo a la vez.
Lo nuevo es mirar: ¿Qué relación tengo con la combinación de fenómenos?
Una predisposición Una perspectiva Una sensibilidad.
Un vanguardista sería un tradicionalista extasiado.
La retórica como medio de transporte.
Escribir la forma en que la novela se disuelve en la voz,
una teoría de la novela suena por la radio del centro de estudiantes
de la facultad de farmacia.
Rondar en la voz para llegar a la escritura.
Si das bien la clase sobre estos textos la das mal.
No se sabe en qué cree Borges, por eso escribe lo que escribe.
Provincialismo, una idea de destino, caminatas. Pero, ¿Qué es saber?
Borges iba ciego al cine: caminos… mejor dicho, pasadizos.
¿Cómo producir un inicio que se sostenga por sí mismo? ¿Por dónde empezar?
Un estudiante leyendo a Marx a las 3 de la mañana busca transformar el mundo
por una vía amorosa y misteriosa.
La lengua tiene una temible materialidad.
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