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Anto Agesta

Pan Dulce


Hace unos días caminaba por la calle, pensando en las fiestas familiares, en el calor de la comida al compartirla en verano, en los movimientos que tiene que hacer unx para estar con su familia biológica, que no siempre es un sentimiento correspondido al respecto.

Estas circunstancias me hicieron pensar en mi abuelo materno, en su jardín, en las flores de jazmín que rodeaban la ventana, y los árboles que daban frutas qué estaban en el fondo. No puedo recordar con exactitud que es lo que me enseño, pero a veces tengo la sensación de que me dio el don de hablar con las plantas, en un lenguaje extraño y cariñoso.

Mientras miraba las pinturas de Cyn pensaba en qué era lo que su abuelo le había enseñado.

A veces ellos nos inician desde la ausencia, la distancia, la presencia o los jardines floreados a pensar el mundo qué estamos por vivir, desde la niñez en la que casi todo está teñido de sensaciones y diversos tactos, dónde cabe simplemente un gesto.

Me resultaba curioso dos momentos de la pintura, por un lado, la firma, como marca de propiedad, de autenticidad, en este caso es tomada y prestada, desdibujándose así los roles de quién es quién, haciéndose lindo y tierno. Como cuándo éramos niñes, jugábamos a firmar cosas qué aún no sabíamos leer ni escribir, pero estábamos intentando comunicarnos con este mundo que aún, sigue siendo inexplicable.

Por otro lado, el agigantamiento, para reafirmar que Cynthia está ahí detrás de sus pinturas con pequeños pinceles, con brochas, y espátulas. Re-configurando su historia, limando asperezas, enalteciendo los acuerdos positivos entre su abuelo y ella.

Un lazo dónde prevalece el amor, el cuidado de lo que fue el otrx en la que el vínculo vuelve a regenerarse. Sobre la exhibición "Pan Dulce" de Cynthia Cohen con curaduría de Florencia Qualina en Pasto Brasil.

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