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Sibila Gálvez Sánchez

El fantasma de la rosa


Hay pinturas que retienen bajo su encanto a los desprevenidos y los hacen demorarse un largo rato en el espesor de su textura. Hay otras que arman una fuga sinuosa hacia los costados: expulsan, empujan y vuelven a convidar. Las de este segundo tipo suelen habitar el cuarto oscuro que le corresponde siempre a lo ambiguo, a lo que no trae ninguna respuesta a las preguntas urgentes.


Rocío Englender dice que en sus obras todo se mezcla: su humor, sus ganas, las cosas que vió en instagram y guardó, el recuerdo en sus dedos de las capas de polvo que se acumulaban sobre los objetos en su viejo taller. Lo suyo es un ejercicio de develamiento. No esconde secretos; más bien los expone como stickers brillantes o adornos de un catálogo noventero en el que los objetos naturales y artificiales, las partes de una cara, los íconos y las letras se multiplican y se solapan formando el mapa de referencias de una generación.


En For You (pinturas recientes), pareciera que Rocío hubiese logrado exorcizar el fantasma que paseaba errante en su muestra anterior (Rocío, 2021, Moria Galería). Ese rastro de melancolía que arrugaba las ropas de una chica impaciente y encerrada en su habitación ahora se choca con el destello que el sol hace saltar desde los espejos de los salones hacia la vereda. Y entonces las pinturas de Rocío se juntan como un grupo de amigas del que ella también forma parte. Pienso en esa cita del epílogo que Claudio Iglesias hace a Mujica Láinez: “Si al arte le estuviera vedada su realidad técnica, quedarían las mujeres con su propio arte. Quedarían solas, entre ellas; sin escuelas, requisitos ni premios: solas frente a sus propios símbolos”. El murmullo de las chicas de la Galería El Taller visitando la peluquería de Ana Sokol (no precisamente para arreglarse el pelo) da vueltas en el aire.





Es decir, los retratos que Luis Centurión hizo de su esposa Edith -y que cuelgan sobre una franja rosada en la sala contigua- se asoman para establecer un diálogo pero sobre todo para clavar la bandera de una tradición: la de la pintura ingenua. Y con ella aparecen, más que coincidencias plásticas, sentimientos, instintos y entusiasmos. Rocío cuenta que los Calvaresi, como un guiño, le dejaban siempre algún cuadro de Centurión en la vidriera de la galería, sobre la calle Defensa, para que ella se lo cruzara de camino al trabajo. Los colores nítidos atravesando como una lanza la persiana metálica también son una dedicatoria. For you.


Edith, esa mujer misteriosa y sin herederos, con manos pequeñas que parecen siempre fuera de lugar, es quizás la huella que Centurión dejó para que una chica del futuro la tome como material para sus ensoñaciones pasajeras. Lo desperdigado, lo inclasificable y lo perdido exige un sistema para ser hallado, descubierto y, por lo tanto, enunciado. Y Rocío lo encuentra, dejando las marcas y las pinceladas de esa búsqueda por momentos interrumpida, por momentos ligera.




Entonces suma esfuerzos y voluntades para organizar ese sistema. Un sistema que, con paciencia, construye hospitalidad alrededor de las cosas, de las imágenes y de las palabras que la ciudad repite una y otra vez. Hace del trabajo con el resto un método: se toma el tiempo de mirar una flor, desgasta sus líneas hasta desdibujarla por completo, inventa otra flor, le otorga soberanía. A esa nueva flor autosuficiente, sin embargo, le escribe una historia. Le da un pasado lleno de parientes y fantasmas que la explican; pero, sobre todo, busca que en esa flor estallen los restos de todas las otras flores.


Lejos de la urgencia, los cisnes, las frutas y las rosas se hacen guiños entre ellos y se ríen. “Hay algo de lo frágil y lo íntimo”, suelta Rocío, y pienso que es lindo encontrar abrigo y protección acá.


Sobre For You de Rocío Englender en Moria Galería, puede visitarse hasta el 12 de octubre de 2023.

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