El que se fue
Empezaré diciendo que en mi época de estudiante de fotografía la obra de Lee Friedlander me pegó profundo apenas la conocí. Sus imágenes me producían una excitación que no podía comprender del todo y una complicidad: algo personal entre esa obra y yo.
Cada vez que miro una foto no puedo sustraerme de su aspecto performático, de las decisiones del fotógrafe: dónde se pone, qué elige incluir o excluir, o cómo se relaciona con la cosa. Puede ser una deformación profesional, pero también es lo que más me interesa de las obras de arte en general. O es eso lo que me queda de ellas en la cabeza.
Esta foto es un autorretrato que tomó Lee, fotógrafo urbano, en 1966, recorriendo pueblos. Es una actuación: está en actitud de manejar su automóvil, concentrado en la ruta, serio, firme al volante pero relajado. En el borde inferior de la imagen, la cámara que previamente apoyó sobre el capot proyecta su sombra y devela la acción. El sol de frente hace que todo se vea luminoso, y que el paisaje que se cuela por las ventanillas y la luneta trasera parezcan backlights o pantallas.
¿Quién es? Es un viajero, un buscador, un mundano, un curioso. Es alguien que va decidido hacia un destino. Cada fotógrafo hace su descripción de cómo ve el mundo, pero él lo descubre, le sumó a la tradición del documentalismo una visión llena de improvisación y juego. En sus fotos parecería no saber con certeza adónde va, o dónde empieza y termina lo que está señalado.
Siento lo mismo. A principios de los años 80, llevado por una fuerza, abandoné lo que sabía y todos los planes con los que contaba, y sólo quise descubrir. La fotografía, el lente, fue (es) el instrumento: el microscopio y el telescopio para lo que está a mi escala, que es lo que me importa.
El mundo en fotos es un mundo en silencio. Quieto. Inexplicable. Un mundo vivo sin la amenaza de la muerte. Disponible para ser desarmado y vuelto a armar, como un juego infinito.
Como Lee, viajé a mirar y a destripar mi visión hasta entender cómo funciona, como si fuese un juguete mecánico. Y una vez que me fui, no volví más.
imagen: Lee Friedlander, Haverstraw, Nueva York, 1966.
#EspiralAños90 edición especial de textos críticos sobre los años 90s
editado por Francisco Lemus y Mario Scorzelli
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