En el barro del paisaje
Del centro hacia la periferia. Con una especie de fuerza centrífuga, el recorrido de la muestra se expande a partir de un círculo de sillones ubicados en el centro de la sala, invocándonos a sentarnos frente a frente y observar en lo arcano de la mirada la cartografía que nos conforma; una cartografía que diluye las fronteras territoriales e instituye la práctica artística.
Adriana Bustos, Mónica Millán y Claudia del Río son artistas contemporáneas de un pasado fantástico en el cual nunca han estado, sin embargo, nos permiten espejarnos en sus imágenes hasta fusionarnos como en el reflejo de un río calmo del que no podemos huir. Bañados en esa alquimia nos adentramos en el recorrido.
Las propuestas curatoriales son como ríos; tienen su propia corriente, trazan canales que nos conducen y ejercen fuerzas contra las que podemos rendirnos y hacer simbiosis o dar manotazos a contracorriente para llegar hasta otra orilla.
Los pensamientos se desenvuelven en cada instante que transitamos la muestra, y a medida que nos encontramos con fragmentos revelados de mundos ancestrales se nos abren nuevos territorios. Pequeños jardines fulgurosos bordados en tules y telas brillosas, que, al rato de observar, el hilo marrón comienza a mutar en ese río caudaloso que está vivo. Toda la extensión desde la alquimia del río Paraná hasta las minas de Potosí, unidas en un telar que entrelaza influencias jesuitas, guaraníes y rioplatenses. El mundo y la semilla en un mismo tejido que traza una marcha de descubrimientos por el nuevo y viejo continente, por lo que fue semilla y fruto al mismo tiempo.
América Latina es una extensión de aventuras vegetales, y como dice La China Iron; lo más importante que pasa le pasa a la semilla, sucede sordo y a ciegas, sucede en ese barro primordial del que vendríamos y al que vamos seguro.
Como consecuencia, intencionada, de una dislocación de la mirada, las artistas trabajan más sobre los marcos que sobre las obras en sí, sobre lo que queda por fuera de la obra, sobre ese sendero despejado. En esta constante tensión entre relatos expositivos y relatos históricos es donde se genera una ruptura que habilita nuevos abordajes y narraciones desprejuiciadas. Y esto no implica necesariamente borrar y reemplazar una historia por otra, más bien escribir sobre palimpsestos que permitan vislumbrar qué hay detrás para permitirnos reescribir nuestro mundo.
Que la exaltación por la diferencia y la particularidad no termine siendo otra forma de colonialismo cultural, más bien un acto de desacato para reconstruir lo local desde la ampliación.
Sobre “Paisaje Peregrino” de Adriana Bustos, Claudia del Río y Mónica Millán en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires. Con curaduría de Carla Barbero y asistencia curatorial de Ángeles Ascúa.
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