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  • Azul Van Peborgh

Hijxs de las piedras



Hay un eco que retumba en la sala al pisar el suelo elevado de madera cuando entramos a Neno la muestra de Valeria Maggi en Galeria Grasa, este eco que escuchamos al pisar es el ronroneo de las obras, de la muestra y de la gata de la galería.


Neno, a la que entramos subiendo un escalón, oculta una estructura firme que se escabulle por debajo de nuestros pies como las raíces de un árbol muy antiguo, sosteniendo con intención dos imponentes criaturas rocosas.


Se necesitó de varios cuerpos para poder ensamblar estos dos seres, humanos, andróginos, que a la vista parecen ligeros y porosos. Por separado fueron piedras hiper-demandantes, necesitaron de un grupo de personas para darle forma e instalarlas.


En el totemismo, un tótem es un símbolo o el origen de un grupo de personas descendientes de aquel objeto. Al instalar la obra de Valeria Maggi, de alguna forma, la artista, lxs galeristas y los ayudantes se convirtieron en los hijxs de las piedras. Y fue así, seis cuerpos que hicieron seis piedras que hicieron dos figuras ambiguas que hicieron una pareja que hicieron a nosotrxs.


Esto cobra sentido al ver el resultado final después de subir el escalón, dos unidades mellizas de piedra pómez, con una textura crujiente como si la hubiese cortado un viento filoso, que nos trae retazos de montañas y cielos rosados a la memoria, intervenidas con tiza de color, se asoman dos rostros siniestros, un corset de hierro envuelve a cada cuerpo rocoso de la que salen cuatro piernas negras, y esta prenda lxs vuelve invalidxs, o animales marginales con sentimientos. Al enfrentarnos a este paisaje, de repente somos conscientes de como nos movemos, la columna se pone derecha, elevamos el mentón y le damos la espalda a la pintura que sabe que es la ultima en ser observada. Nuestro cuerpo es un ensamblaje formado por la suma de extremidades, y en la sala se inicia un trio intimo e incestuoso con nuestros progenitores.


El detalle del maquillaje, la estructura como corset, la artificialidad de las piedras, me hacen pensar en esta obra como totemismo camp. El conjunto de elementos de color, el polvo, le dan una sensibilidad particular, casi irónica, de tótems queer que en cualquier momento empiezan a seducirnos, destripándole de la seriedad a la que normalmente asociamos cuando vemos un tótem.


Las piedras de Valeria Maggi no son cristales, no son estables ni inmortales, pero si piedras protagonistas, piedras omnipresentes, piedras sanadoras, piedras a las que se les puede hacer preguntas y nos devolverán solo sensaciones de silencio color fluo. Ante esta ausencia nos damos vuelta y nos encontramos con la pintura, o el tercer punto del triangulo.


Neno de Valeria Maggi invoca espiritualmente a todas las personas que vienen a ver la muestra para formar parte de una misma comunidad y que estamos, por verla, conectadxs a través de minerales, y así todxs somos hijxs de las piedras, hijxs del arte.


Sobre Neno de Valeria Maggi en Galería Grasa

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