top of page
  • Ana Sejmet

Milei está loquito?



La ideología woke, al menos lo que algunos entienden que eso representa, parece estar acelerando un aspecto no tan cute de su discursividad pública. Algo que podríamos resumir como un ataque virulento a la diversidad neuronal. Cuando éramos chicxs, autista y mogólico solían ser palabras utilizadas de manera despectiva como insultos por la derecha, cualquier millennial que haya sufrido bullying en la adolescencia sabrá de lo que estoy hablando. El matón del curso, el machirulo de la clase, era el encargado de bautizar con ese rótulo a sus compañeros, como si de alguna manera tuviera el vector para identificar y clasificar el nivel cognitivo de sus compañeros; de acuerdo a su distorsionada perspectiva. Para qué hacer un test de coeficiente intelectual, si cada clase, de cada escuela porteña, tenía a un matón que se ocupaba de establecer una jerarquía mental que determinaba tanto el patrón de comportamiento social como el destino individual de cada alumno.


También fuimos lxs millennials quienes experimentamos en carne propia las falencias de ese particular estilo gerencial del darwinismo social desarrollado en las escuelas. Hoy en día es fácil de comprobar que aquellos chicos rudos, encargados de organizar el destino de la sociedad, quizás no fueron precisamente los más "inteligentes".Acá surge una pregunta que muchos nos hacemos ¿Milei habrá sufrido bullying o habrá sido uno de esos personajes violentos?... parece una buena pregunta, pero la verdad es que no importa tanto Milei. ¿Por qué el progresismo está tan ocupado en la salud mental particular de un libertario y no en la de la salud mental pública? Como dijo Mark Fisher, que extrañamente parece gozar de muy buena recepción por el wokismo local, esa patologización en sí misma ya ocluye toda posibilidad de politización. Al privatizar los problemas de la salud mental y tratarlos solo como si los causaran los desbarajustes químicos en la neurología del individuo o los conflictos de su contexto más próximo, queda fuera de discusión cualquier esbozo sistémico de fundamentación social (Fisher, 2009).


Lo que me gustaría proponer acá es una crítica a la obsesión de señalar los "problemas mentales" del cerebro ajeno que está transformando a la ideología woke -si es que algo parecido a eso existe- en una encarnación del sesgo cognitivo Dunning-Kruger, la tendencia de las personas con bajas habilidades en un área específica a dar evaluaciones demasiado positivas de esas habilidades y viceversa.


No entiendo cómo incluso los intelectuales más despiertos, que no han internalizado ese sesgo cognitivo, deciden adoptarlo conscientemente de manera estratégica para combatir a la "ultra-derecha" ¿acaso creen que de esa manera ganarán el debate público? ¿diciendole loco o autista a Milei? ¿Será mi propio sesgo cognitivo que no me permite comprender esa idea como una genialidad? Lo que me preocupa es que si ganan la "batalla cultural" con ataques neurológicos... en qué se diferenciaría el progresismo del darwinismo social de la extrema ultra-derecha que dice enfrentar.


En el Congreso lo vimos y escuchamos a Facundo Manes desaforado y a los gritos con un discurso miserabilista hablando de la clase trabajadora y de los más vulnerables. El espectáculo de Manes apelaba a la razón y a la sensibilidad social pero ¿de qué razón y de qué sensibilidad estará hablando de esa manera tan impostada?


Me gustaría preguntarle de manera genuina a todas esas personas progresistas que están ocupadas en señalar los problemas mentales ajenos de tal o cual libertario si no podremos encontrar alguna forma mejor de recuperar las ideas de la razón y la sensibilidad para liberar sus fuerzas productivas.


RECENT POST
bottom of page