Papel masticado
¡Todo es juguete y pintura!
Joaquin Torres Garcia, hacia 1914
OLFA es el nombre de la nueva exposición que Josefina Alen presentó el pasado 21 de agosto en la galería Constitución.
Las paredes del espacio fueron pintadas de azul primario y sobre ellas se instalaron —mediante un dispositivo metálico que en su justa medida cumple su función y no molesta— 50 piezas hechas en papel maché. La propuesta de esta exhibición nos transporta a un espacio intenso y estimulante donde el juego parece brotar de las paredes. Estallidos estilo cartoon, corazones, fuegos y palabras se mezclan con formas abstractas. La artista retira todo este mundo de objetos del espacio seguro e íntimo del taller y se atreve a exhibirlo para que protagonicen otras historias, otras sensibilidades, otras estéticas, otras preocupaciones.
Agua, cola y papel triturado es la receta clásica que Alen reproduce añadiendo pintura acrílica y vidrio líquido. Desde el 2016 su producción acumula creatividad, obstinación e ingenio en el manejo de estos materiales. El resultado de esta combinación varía desde el soporte frágil donde pinta, pasando por objetos de gran tamaño donde estos ingredientes conforman una delgada piel, hasta llegar a la argamasa sólida de estos objetos. Sin embargo la artista decide animarse a poner en juego la experiencia acumulada en estos últimos años y darle una nueva forma a su obra.
“Toda traducción plantea problemas porque no se trata solo de traducir sino de interpretar.”, Rimbaud. Tomar el camino de la transformación en cualquier hacer creativo suena aventurado en estos tiempos de incertidumbre y ansiedad. Alen se libera del campo de la pintura monumental para tomar otros riesgos, pero lo hace sin duda con su arma favorita. Esta arma está fabricada con agua, cola y papel. La artista no solo juega con los materiales sino que también —y de forma consciente— juega con la contingencia y lo fortuito dentro de su obra. Muy lejos de paralizarla, esto fue la chispa que encendió el esfuerzo físico y mental contenido en su mano de obra. En esta exhibición suceden diversas mutaciones. De la figuración a la abstracción, de la fragilidad a la dureza, de la pintura bidimensional al objeto corpóreo, de la velocidad en la pincelada a la velocidad del modelado, de las certezas a la deriva y de lo elegante a lo cacoso.
El trabajo en general de Alen busca la coalición de dos mundos aparentemente disímiles como son el industrial y el artesanal. Ella misma se trans-forma en una máquina sensible que produce de forma compulsiva y expresiva pero siempre de forma manual. En la preparación del material principal para esta producción la artista remarca aún más que su trabajo tiene que ver decididamente con lo hecho a mano pero forma seriada. En esta cocina el hacer-juego se conecta con lo primario y lo lúdico.
Comúnmente a los juguetes se les resta importancia porque se los relaciona con el mundo infantil. Peor aún es dotar de irrelevante e insignificante este momento de nuestras vidas. Infante proviene de infantís, «la/el que no habla» «las/los sin voz». Las obras-jueguetes de Alen se inscriben en relación con un tema fundamental que atravesó diagonalmente a algunas de las vanguardias históricas: el juego. En relación a este tema, son infinitas las referencias, lxs artistas y las obras, pero es sugestivo que los juguetes que crearon Joaquin Torres Garcia, Sophie Taeuber-Arp, Hannah Höch, Paul Klee por nombrar algunos artistas, se conectan íntimamente con este tipo de producciones. La diferencia entre aquellos juguetes y estos se advierte en que hoy no son artefactos pedagógicos que buscan moldear a un sujeto nuevo. Sino que, y a partir de esas primeras experiencias, se advierte en la obra de Alen ciertas reminiscencias menos utópicas que se enfocan en la cuestión lúdica en sí misma. Después de más de cien años y, desde una periferia geo-artística, no resulta novedoso volver a señalar la frustración en los intentos de transformar las sociedades de aquella época. En una versión más optimista, el resultado de todos esos procesos, fue la legitimación de materiales comunes y de desecho en el sistema del arte, sumado a la incorporación del componente lúdico como herramientas de autonomía creativa. Esta es la fórmula explosiva de las obras en OLFA.
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Desde una perspectiva amoral y reforzando el aspecto objetivo de las condiciones de producción dentro del campo del arte local, todo se trata de agua, papel y cola. Alen parece tener mucha energía e ideas para experimentar con estos materiales. Insistir con esta forma de hacer señala la capacidad inventiva de la artista y encuentra instantes de libertad que achican la distancia impuesta por la sofisticación y los elevados costos de algunas técnicas y materiales dentro del arte contemporáneo.
Sobre OLFA de Josefina Alen en Constitución
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