top of page
  • Francisca Lysionek

Para Tamara



Yo escribía poemas sin saber qué era la poesía. No lo supe hasta que un divino verano me trajo a Tamara en forma de audio de whatsapp. En ese audio, mi profesor de literatura del secundario, Cali Duarte, recitaba un poema parte de El eco de mi madre. A partir de ese momento, esos versos empezaron a ocupar el lugar más central y primario de mi vida. No sé qué había en ese lugar antes de ese poema, no sé qué era el centro de mi vida antes de escuchar aquél audio, pero puedo decir que desde ese momento la poesía comenzó a existir en mi vida.


Qué decimos cuando decimos poesía. Yo digo poesía cuando quiero decir Tamara. Quiero decir esa noche frente a un lago frío del sur, la silueta magna de las montañas, la brisa suave y el magnetismo hipnótico de ese poema recitado por mi profesor, que escuché una y otra vez hasta memorizarlo en una noche. Siete años después, cierro los ojos y puedo oírlo a la perfección en mi cabeza, sigue resonando su eco, me acurruco a su alrededor enroscada como un gato.


El verano terminó y volví a Buenos Aires. Me embarqué en la tarea de conseguir todos los libros de Tamara disponibles. Mi ejemplar de La novela de la poesía es mi gran tesoro. Hace un tiempo pensé que lo había perdido, fueron semanas en las que experimenté todo tipo de síntomas extrañísimos. Escribía poemas y todos empezaban igual: Perdí un libro en mi habitación, como se pierde una idea. Perdí un libro en mi habitación, como se pierde un billete. Perdí un libro en mi habitación, como se pierde una llave. Eso escribía, pero sentía que había perdido otro tipo de cosa, esas que no se pueden perder. Uno no pierde una mano en su habitación, o una pierna o su ombligo, entonces ¿cómo podía perderse ese libro? Cuando empezaba a buscarlo sentía que estaba volviéndome loca, que todo era un delirio... ¿Quién se pone a revolver el armario o la mesa de luz para encontrar su propio corazón?


Cuando tuve la descabellada y atrevida idea de que yo podía llegar a dar talleres de escritura siempre me pareció una prioridad absoluta utilizar esa oportunidad para acercar ese poema a todas las personas que fuera posible. Yo no tengo nada que enseñarle a nadie, ni siquiera puedo hablar en voz alta de forma articulada o coherente, no podría proponer de manera seria una clave real para leer a Tamara, pero puedo transcribir sus poemas del libro a un word, y supongo que con eso una debe sentirse agradecida.


Hace cuatro años tuve que realizar para una materia de la facultad un trabajo de análisis de estilo de un artista a elección. Me decidí por Tamara, lo di todo y me saqué un siete. Esa ha sido una de las heridas al ego más acuciantes de mi recorrido universitario. No entendía cómo era posible esa falla alquímica; con materia prima de tan noble carácter, con tanta piedra preciosa y metal perfecto como ingrediente principal de ese trabajo... ¿cómo era posible que el resultado no fuese también perfecto? Hoy por hoy releo ese ensayo y me da cringe. Siempre fantaseé con enviárselo a Tamara por mensaje de facebook, pero nunca me animé porque sé que no es bueno. Varios amigos me dijeron que no sea cobarde y se lo envíe, Jaki incluso llegó a mandarme un audio diciéndome qué le tenía que decir palabra por palabra en el mensaje que acompañaría el ensayo adjunto.


Nunca conocí a Tamara, nunca hablé con ella, ni la vi de cerca ni de lejos. Entonces, ¿cómo puedo sentirla mi maestra? Mi única maestra. Y sus palabras, de a ratos, mis únicas amigas. De Tamara tomo y robo versos, sin miedo. Detrás de mis palabras, Tamara. Tamara es un verbo de largo alcance, un refugio, el único nombre que conozco en este momento. Para cada momento hay un poema de Tamara. Sus palabras revisten al mundo y sus ocasiones; y toda historia, evento o dolor se vuelve más brillante cuando ella lo atraviesa.


Comparto acá con tristeza, y un poco de vergüenza, el ensayo sobre el análisis del estilo de Tamara que escribí en 2017, lo más importante de todo es el anexo. También transcribo el mensaje que iba a enviar por facebook junto al texto:



Hola Tamara, mi nombre es Francisca. Con mucho pudor te envío este ensayo que escribí para la facultad. Espero que lo leas y que te guste, admiro mucho tu obra y es una fuente de inspiración permanente para mí y para muchos. Gracias por tu mirada atenta frente al mundo. Cariños.



Link para descargar el ensayo:






RECENT POST
bottom of page