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Recuerdo de El Toboso

Gustavo Bruzzone


En los años 90’, después de una inauguración, lo habitual era ir a comer a algún restaurante para continuar con la charla de lo recién visto, en amenas conversaciones que servían para seguir tejiendo esa red de relaciones sociales que nos daba identidad y contención. No es que antes o después de ese tiempo la gente no se junte a comer después de una vernissage, pero lo característico en aquel tiempo era que todxs estaban invitados a esa cena, sin exclusiones, porque sin que nadie lo tuviera que organizar previamente, alguien avisaba que íbamos a tal o cual lugar y allí partíamos en grupo como un continuo de la propia inauguración. Normalmente elegíamos lugares próximos con buena capacidad para poder organizar extensas mesas y si bien sería imposible reseñarlos todos, de las inauguraciones en la zona del Bajo quisiera rescatar a El Navegante. Al igual que a muchas personas queridas recuerdo con nostalgia ese lugar que estaba en Viamonte entre Alem y Bouchard. Muy probablemente más que por su hígado a la veneciana servido sobre un fondo de papas españolas bien doradas y crocantes, lo extraño por las personas con las que me reunía en esas tertulias eternas; algunas ya partieron, tienen otros tiempos o caminan otras latitudes. Conservo junto a los recuerdos el registro en videos de algunas noches allí, pero físico no tengo nada. Es decir, me gustaría haber conservado un plato, una taza, algo que dijera "El Navegante". No lo hice. Sirva esto, a su vez, como ejemplo de cómo se suele enturbiar el pensamiento de un coleccionista cuando años después de haber tenido la posibilidad de conservar algo se da cuenta que lo perdió; que lo dejó pasar... Cuando las inauguraciones eran en El Rojas solíamos ir a El Toboso, un restaurante tradicional de esos que tienen de todo en la carta. Quedaba sobre la Avenida Corrientes entre Ayacucho y Callao, que también dejó de existir hace algunos años. Siempre estaba repleto de gente por los buenos precios, por eso recuerdo una noche que pagamos un disparate, porque los primeros que llegaron pidieron un vino carísimo para ese lugar y el mozo cada vez que le pedían otro lo siguió repitiendo hasta que nos dimos cuenta. Por suerte funcionaron las tarjetas... Por eso me parece un acierto que Ama Amoedo conserve en su colección particular una obra de Feliciano Centurión (1962/1996), que es una clásica servilleta de tela de ese lugar, intervenida con un borde de dos centímetros de cinta satinada verde que le hace de marco y un pequeño ramillete de hojas del mismo color bordadas cerca del nombre del restaurante ya colocado en el costado inferior derecho. Nada más. Como muchas otras telas que usaba el Chano para hacer sus trabajos, que ya estaban sucias o percutidas cuando decidía intervenirlas, en este caso, se advierte manchada levemente por el uso que se le dio en una comida. Trabajo austero y fetiche que conserva la magia y funciona como portal de ese tiempo que muchas veces añoro, porque todo era futuro...





Imágenes:

(1) vista del bodegón "El Navegante"

(2) Servilleta de "El Toboso" intervenida, obra de Feliciano Centurión. Colección Amalia Amoedo.


#EspiralAños90 edición especial de textos críticos sobre los años 90s

editado por Francisco Lemus y Mario Scorzelli

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