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  • Mario Scorzelli

Subjetividad, cosmología y dibujitos



Yo, Anime es un libro de ciencia ficción. De ciencia porque se preocupa por el nacimiento de las formas, no sólo las formas imaginarias que viven en la mente de algunxs artistas y escritorxs, sino la forma de la materia real. Eso que lxs filósofxs de la ciencia llaman morfogénesis y supuestamente se ocupa de indagar el origen de cosas como las montañas, las estrellas, las plantas o los atardeceres. Lo que quiero decir es que no se trata del típico libro de literatura bíblica en el que se dice que se crean las cosas y las cosas se crean mágicamente con las palabras, como cuando Dios dice que se cree el cielo y el cielo se crea haciendo de cuenta que las partículas que lo forman no pueden expresarse por sí mismas.


En Yo, Anime, literalmente, es una partícula la encargada de contarnos cómo se origina la historia, y cuando digo historia no solo hablo de cuestiones narrativas, sino que también incluyó cosas como la biología evolutiva y la cosmología general, que en el futuro serán disciplinas estudiadas en la universidad bajo el nombre de Antropomorfología y Psicoastrología. Por otra parte, no deberíamos olvidarnos que también se trata de una ficción porque justamente están presentes esas cuestiones narrativas relacionadas con la tarea de construir un Yo, es decir, una escena enunciativa en la que se desplaza esa partícula.


Mejor, o más lindo, transcribir directamente el comienzo del libro antes que seguir intentando describir torpemente como son las cosas. La historia comienza así:


"En el futuro seré Jana pero ahora soy una partícula y puedo trasladarme sin ser detectada por ningún método. Transcurro en la materia y conduzco luz por los túneles orgánicos, mientras me mezclo con los jugos y las viscosas. Soy un tumulto de actividad kinésica con una intensidad reforzada en una secuencia que se transforma. Soy un movimiento que quiere afirmarse o adaptarse y pasar no sólo a través de los túneles, sino también por las múltiples vías y órganos, como si atravesara distintas galaxias y de allí tomara algo que después inevitablemente transporto y re-significo en una nueva dirección, convertida en otra. Unos días después cambiaré de composición, pasaré de rosada a violeta. Al cabo de unas semanas, tendré adherida a mí una película de microscópicas lenguas vegetales. Crecerán como una piel, un baño de brillantina musgosa, una estela para el trayecto hacia la transformación final. Aún sin indicios de conciencia pero observando mecanismos de evasión, tales como el asombro y la belleza. Soy una partícula que se aglutina a partir de una célula viscosa y seré Jana porque así fue escrito ocho generaciones atrás."

Claro que estas cuestiones científicas y ficcionales no son solo meros tecnicismos utilizados para llevar adelante la exploración de un hexagrama escrito hace ocho generaciones, sino que son cuestiones que están involucradas con una de las tareas centrales que realiza el libro: describir el nihilismo cósmico a partir de un Yo que se identifica con las estrellas. La construcción de subjetividad parece una tarea compleja en un cosmos que se está alejando. Sin embargo, las estrellas son un lindo modelo a seguir, al menos mientras las vemos brillar en el cielo antes de desaparecer.


Quizás, entre otras cosas, esa identificación sucede porque tanto el Yo como el cosmos parecen estar más interesadxs en el asombro y la belleza que en llorar y lamentarse. Sin embargo, hay un momento crucial en la historia en el que lx personaje, si es que podemos llamarlx personaje, se pone a llorar —pobrecitx—. De todas maneras, no es algo para ponernos tan tristes porque en realidad llora solo como un impulso mecánico casi como una impresora que limpia los inyectores para seguir funcionando. En definitiva, digo que es un momento crucial de la historia porque si alguien quiere conocer realmente la naturaleza nihilista del cosmos tiene que prestar atención al llanto, no tanto al llanto por el llanto, sino a esas gotas líquidas que nacen en los lagrimales.


El libro dice así:


“Me puse a llorar. Al principio provocando un poco de angustia con pensamientos inducidos, después como una liberación inevitable, el fluido de líquido en los ojos y la exaltación de los sentidos a través de los gemidos, la descongestión, la calma. Tome el vaso telescópico y recogí las lágrimas. Pensé en la cantidad de neuromodeladores que había atrapado, y contenta los bebí.”


A pesar de lo que muchos puedan estar pensando ahora, todo esto —que quizás no sea nada— también lo convierte en un libro de aventuras muy entretenido con viajes a través del espacio-tiempo, misterios cosmológicos y amenazas inconmensurables. Aunque no sepamos muy bien hacia donde se dirige, la historia se aleja de nosotros para avanzar enfrentando sus miedos y da la casualidad que tanto el cosmos como las imágenes en movimiento parecen contar una historia de la desintegración.

Sobre Yo, Anime de Manuela Suárez editado por Tammy Metzler


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