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  • Bob Lagomarsino

¿La libertad es incompatible con la democracia?


Habiendo denunciado a los liberales y a los comunistas durante 80 años el peronismo se cansó de acusar rutinariamente a la derecha y a la izquierda de ser fascistas. Hace unos 15 años, a partir del apoyo de algunos Kirchneristas como Dady Brieva, las expresiones de admiración a la capacidad de Perón o Mussolini para hacer que los trenes lleguen a tiempo, han dado lugar a la última serie de medidas que culminaron con la candidatura de Sergio Massa a presidente y pusieron a la nación en el camino del estado corporativo.


Dado el interés declarado de algunos admiradores de Mussolini, es curioso que los peronistas argentinos no hayan considerado adecuado discutir la visión del fascismo sostenida por uno de sus héroes. En relación a este punto algunos peronistas no estarían tan alejados de los nuevos "libertarios". En 1927, después de que Mussolini tomara el poder en Italia, el economista austriaco Ludwig von Mises, ahora divulgado en la capital porteña por Milei, escribió lo siguiente:


No se puede negar que el fascismo y movimientos similares destinados al establecimiento de dictaduras están llenos de buenas intenciones y que su intervención ha salvado por el momento la civilización europea. El mérito que el fascismo ha ganado para sí mismo vivirá eternamente en la historia.


Y la cosa no termina ahí. Al parecer, Friedrich von Hayek, quien fue junto con von Mises uno de los santos patrones del movimiento libertario moderno, estaba tan enamorado del dictador chileno Augusto Pinochet, como von Mises lo estaba de Mussolini. Según Greg Grandin:


Friedrich von Hayek, el emigrado austríaco y profesor de la Universidad de Chicago cuyo Camino de servidumbre de 1944 se atrevió a sugerir que la planificación estatal no produciría "libertad y prosperidad" sino "servidumbre y miseria", visitó varias veces el Chile de Pinochet. Quedó tan impresionado que celebró allí una reunión de su famosa Société Mont Pélérin. Incluso le recomendó a Thatcher el modelo de Chile para completar su revolución de libre mercado. El Primer Ministro, en el punto más bajo del colapso financiero de Chile en 1982, estuvo de acuerdo en que Chile representaba un "éxito notable", pero creía que las "instituciones democráticas de Gran Bretaña y la necesidad de un alto grado de consentimiento" hacían que "algunas de las medidas" tomadas por Pinochet resultaran "bastante inaceptables".


Al igual que Friedman, Hayek vislumbró en Pinochet el avatar de la verdadera libertad, quien gobernaría como dictador solo por un "período de transición", solo el tiempo necesario para revertir décadas de regulación estatal. "Mi preferencia personal", le dijo a un entrevistador chileno, "se inclina hacia una dictadura liberal [es decir, libertaria] en lugar de hacia un gobierno democrático desprovisto de liberalismo". En una carta al London Times defendió a la junta, informando que "no había podido encontrar una sola persona, incluso en el muy difamado Chile, que no estuviera de acuerdo en que la libertad personal era mucho mayor bajo Pinochet que bajo Allende". Por supuesto, los miles de ejecutados y las decenas de miles de torturados por el régimen de Pinochet no hablaban.


La dictadura de Pinochet fue admirada por Estados Unidos, Gran Bretaña y Argentina por entregar la política económica de Chile a los discípulos de Milton Friedman y la Universidad de Chicago, quienes infligieron experimentos sociales desastrosos como la privatización de la seguridad social en la población reprimida de Chile. Tras las reformas libertarias, la economía chilena colapsó en 1982, lo que obligó a la nacionalización del sistema bancario y la intervención del gobierno en la industria. Según Grandín:


Mientras estuvo en Chile, Friedman pronunció un discurso titulado "La fragilidad de la libertad", donde describió el "papel que jugó el surgimiento del estado de bienestar en la destrucción de una sociedad libre". Las dificultades actuales de Chile, argumentó, "se debían casi por completo a la tendencia de cuarenta años hacia el colectivismo, el socialismo y el estado de bienestar... un curso que conduciría a la coerción en lugar de la libertad".


Friedman se olvidó cortésmente de mencionar la falta de libertad política y civil bajo el régimen de Pinochet. Muchas de sus víctimas fueron drogadas y llevadas en aviones militares para ser lanzadas sobre el Atlántico Sur, con el vientre abierto mientras aún estaban vivos para que sus cuerpos no flotaran y fueran descubiertos. Lo mismo sucedió en Argentina, acá tuvimos una Junta Militar y a Martínez de Hoz (que no estuvo a la altura). ¿Qué estará por pasar ahora?




El hermano del ex presidente multimillonario de Chile, Sebastián Piñera, tiene un sitio web personal en el que afirma que desempeñó un papel importante en la transición a la democracia en Chile. La descripción que hace Piñera de sí mismo como un campeón de la democracia está algo socavada en la misma página web por varias defensas del régimen de Pinochet, incluida esta de una revista australiana:


De hecho, en los 17 años de gobierno militar, el número total de muertos y desaparecidos, según la Comisión Retting oficial, fue de 2.279. ¿Hubo abusos? ¿Hubo víctimas reales? Sin la menor duda. Una guerra contra el terror tiende a ser una guerra sucia. Aún así, en el caso de Chile, y contrariamente a los informes noticiosos, el número de víctimas reales fue pequeño.


Las similitudes con Argentina no son pocas, nosotros no tuvimos Piñeras, tuvimos Macris. En relación a los recientes resultados de las Paso, con los candidatos ungidos por Mauricio como principales ganadores, deberíamos debatir si el libertarianismo es compatible con la democracia. El nieto de Milton Friedman, Patri, un pensador miembro de una dinastía fascinante ya se realizó está pregunta y concluyó que:


La democracia no es la respuesta


La democracia es el sistema político estándar de la industria actual, pero desafortunadamente no es adecuado para un estado libertario. Tiene fallas sistémicas sustanciales, que están bien cubiertas en otros lugares, y plantea problemas importantes específicamente para los libertarios:


1) La mayoría de las personas no son libertarias por naturaleza. David Nolan informa que las encuestas muestran como máximo el 16% de las personas tienen creencias libertarias. ¡Nolan, el hombre que fundó el Partido Libertario en 1971, ahora llama a los libertarios a renunciar a la estrategia de elegir candidatos! …


2) La democracia está arreglada contra los libertarios. Los candidatos pujan por la victoria electoral en parte vendiendo futuros favores políticos para recaudar fondos y votos para sus campañas. Los libertarios (y otros candidatos honestos) que no abusarán de su cargo no pueden vender favores, por lo que tienen menos recursos para hacer campaña y, por lo tanto, tienen una gran desventaja intrínseca en una elección. (Algo que Sergio Massa podría aprovechar con un plan Platita.)



Friedman hizo un llamado a sus compañeros libertarios para que renuncien a la idea del estado-nación democrático y se unan a su movimiento a favor del "seasteading", o la creación de nuevos estados soberanos microscópicos en torres de perforación de petróleo reutilizadas. donde las personas que piensan que "La rebelión de Atlas" es realmente genial pueden ser la mayoría. Imagínense recuperar las Malvinas para desarrollar un nuevo proyecto libertario o, por qué no, uno peronista estrafalario. No nos olvidemos que Mauricio inauguró una estatua de Perón y que Patricia fue Montonera.


Con un espíritu similar, un bloguero de economía libertaria llamado Arnold Kling propuso su propia alternativa a la democracia, a la que llama "gobierno competitivo":


En este ensayo, sugeriré que un gobierno competitivo podría ser mejor que un gobierno democrático para satisfacer los deseos de los gobernados. En el gobierno democrático, las personas toman las jurisdicciones como dadas y eligen líderes. En el gobierno competitivo, las personas toman los líderes como dados y seleccionan las jurisdicciones.


Cuando se trata de la historia Argentina, los libertarios tienden retrospectivamente a ponerse del lado de la extrema derecha. Sí, asesinar indios era horrible, pero también había bajos impuestos. El liberal busca no solo liberar a tal o cual persona, sino crear un estado que ejemplifique la libertad igualitaria. Según ese estándar, incluso los propietarios de las tierras tomadas que defiende Grabois no vivirían en una sociedad libre.


Libertarios y peronistas, sin duda, pueden señalar muchos ejemplos de liberales y comunistas ingenuos del siglo pasado que elogiaron régimenes sórdidos y tiránicos, desde la Unión Soviética y la China comunista hasta pequeños estados policiales como Corea del Norte, Vietnam o la Cuba de Castro. Pero a los apologistas de las tiranías de izquierda siempre se opusieron los liberales anticomunistas y los socialistas democráticos anticomunistas. ¿Dónde estaban los libertarios antiautoritarios a la hora de denunciar a pensadores como von Hayek y Milton Friedman?

De hecho, ¿qué lugar ocuparon los Libertarios durante las grandes luchas por la libertad individual en Argentina en el último medio siglo? El movimiento libertario ha estado notoriamente ausente de las campañas por los derechos civiles de los no blancos, las mujeres, los gays y las lesbianas. La mayoría, si no todos, los libertarios apoyan la libertad sexual y reproductiva. Pero los activistas por las libertades civiles se encuentran abrumadoramente en la izquierda. Sus hermanos de derecha se han preocupado por cuestiones más importantes que los derechos civiles, el derecho al voto, los abusos de la policía y el ejército,


Mientras que los progresistas traicionan sus principios cuando se disculpan por la autocracia, los libertarios no lo hacen. Los libertarios de hoy afirman ser los herederos de los liberales clásicos del siglo XIX. Sin excepción, los grandes pensadores del liberalismo clásico, como Benjamin Constant, Thomas Babington Macaulay y John Stuart Mill, vieron la democracia de voto universal como una amenaza para los derechos de la propiedad y el capitalismo. Mill argumentó a favor de utilizar las calificaciones educativas para los votantes, como las "pruebas de alfabetización" utilizadas para privar de sus derechos a la mayoría de los negros y muchos blancos en el sur de Estados Unidos antes de la década de 1960.


Es bien claro que un Gobierno democrático nunca podrá contener a una mayoría angustiada y descontenta. Los libertarios han argumentado que si la mayoría sería el Gobierno, los ricos, que son siempre minoría, quedarían absolutamente a su merced. "Llegará el día en que una multitud de personas, ninguna de las cuales ha tomado más de un vaso de leche de desayuno, o espera tener algo más que un chori de cena, elegirá un nuevo candidato a presidente". ¿Es posible dudar qué tipo de Presidente elegirá? Por un lado, un estadista que predica la paciencia, el respeto a los derechos adquiridos, la estricta observancia de la fe pública. Por el otro, un demagogo despotricando sobre la tiranía de la casta y preguntando por qué a alguien se le debe permitir gastar la plata de otros en otros, mientras miles de personas honestas carecen de lo necesario para comer en un país que produce alimento para millones.


Alguna vez se propuso la siguiente solución: limitar los derechos de voto a la monarquía, y se cortaron cabezas. Ahora en twitter se propone volver a limitar el voto adolecente, masculino o heterosexual. La historia de los estados-nación democráticos desde el siglo XIX demuestra que von Mises y Hayek, así como luces menores como Patri Friedman, han tenido razón al argumentar que la democracia es incompatible con el libertarianismo. Toda democracia moderna y avanzada dedica entre un tercio y la mitad de su PIB al gobierno, incluso esto se ve exacerbado en la voluntariosa Argentina. Dado el poder de votar, la mayoría de la población no solo votará por algún sistema de seguro social respaldado por el gobierno, sino también por todo tipo de intervenciones en el comportamiento individual que los libertarios objetan, desde leyes que prohíben la desnudez en público hasta la administración de las góndolas del supermercado según el racionamiento programado. Esto es un hecho, ¿o no? Quizás Argentina, como es usual, sea la excepción a la regla.



Desafortunadamente para los libertarios que, como Hayek, prefieren las dictaduras libertarias a las democracias del estado de bienestar, incluso los autoritarios modernos rechazan el credo del gobierno pequeño. Los regímenes capitalistas autoritarios más exitosos, como China, Corea del Sur y Taiwán de hoy, antes de sus transiciones recientes a la democracia, han sido muy intervencionistas en la economía, promoviendo el crecimiento económico por medio de bancos centrales controlados por los estados, las empresas estatales, barreras arancelarias a las importaciones, proyectos masivos de infraestructura para ayudar a la industria y subsidios a los fabricantes en forma de materias primas, energía y tierra artificialmente baratas.


El temor a la democracia de los libertarios parece justificado. El libertarianismo realmente es incompatible con la democracia. La mayoría de los libertarios han dejado claro cuál prefieren. La única pregunta que quedaba sin resolver era por qué alguien debería prestar atención a los libertarios. En esta misma revista Helena Pérez Bellas se ocupó de dar alguna respuesta a esa incógnita libertaria, mientras que la nota de Ana Sejmet parece derrochar un optimismo al borde de la locura para mostrarnos la otra cara oscura de la moneda, la cara ¿peronista? En cuanto a la notita de Romina Fernandez Trazando Límites: Entre la Crítica Sarcástica y el Diálogo Político parece haber desbloqueado un nuevo nivel de ironía no apto para los lectores de Otra Parte o Página 12.

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