LA TERCERA VIA
Como buena peronista (y ahora que ya no está de moda vale doble) que soy, propongo la tercera vía entre los textos de Hernán Worthalter y Marcos Krämer. Todo con cariño. A continuación voy a escribir frases como si estuviera segura y convencida. Estas tesis no expresan mis gustos, sino mis sospechas.
Vender arte es un negocio.
No hay generosidad en vender arte, hay negocio.
Subir los precios no es una estrategia de fortalecimiento de la escena.
Los precios indican lo que el mercado está dispuesto a creer que una cosa vale.
En la construcción de precios participan muchos agentes y diversas circunstancias.
Las subastas reducen los intermediarios y comprimen el trabajo ajeno.
El mercado del arte en Argentina está basado en el trabajo gratis de muchas personas.
El mercado del arte está hecho de especulaciones más o menos sofisticadas.
Las galerías y los curadores son agentes de legitimación.
No se puede eliminar a las galerías, como no se puede eliminar a los curadores.
Los artistas son agentes de legitimación.
No hay que eliminar a los artistas, aunque por momentos pueda parecer que sobramos.
Hacer arte a veces es un buen negocio, pero casi nunca.
La jubilación es un problema mayoritario de los artistas.
Comer bien es un problema mayoritario de los artistas.
Acceder a un servicio de salud es un problema mayoritario de los artistas.
El droite de suite es un problema minoritario de los artistas.
El mercado nació antes que el arte.
Sin mercado no hay arte.
Hay que minimizar la importancia del mercado todo lo que se pueda, o sea, encontrar el mínimo no imponible, como se dice en la jerga de los impuestos.
El mercado está hecho de dinero y también de tráficos simbólicos y contraseñas de clase.
Sin regulaciones en el mercado, el arte no se muere, pero se vuelve más escaso.
El arte existe para garantizar la escasez.
Hay que pensar y hacer otras formas de arte.
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