Metástasis del metrobus
El metrobús es un invento argentino. El primero en realidad es brasileño, pero sus semejanzas con este son tan pocas, y las diferencias son tantas, que lo pienso como un invento local. Y es el invento de Argentina por el que más plata invirtió el gobierno de la ciudad hasta el momento (desconozco el monto exacto, por eso me baso en suposiciones y no en hechos reales).
El metrobús es un camino de cemento de una longitud más o menos extensa por el que transitan únicamente bondis, aligerando el tránsito pesado, lento y enquilombado de la incesante rutina. Surge en gran parte para evitar las puteadas entre tacheros, bondistas y motoqueros, ese hermoso triángulo de las bermudas del que somos todos habitués. Y en todo su trayecto horizontal no vemos ni compramos botellas de agua porque el kiosko está lejos -allá, al cruzar la calle- y también lo están el super, la panadería, el puesto de diarios y revistas, los floristas, y el bar que nos vende el infaltable café quemado con leche por la mañana. El deporte del observador de vidrieras cae en picada. La tentación de la compra impulsiva desaparece, así como la no impulsiva también. La gente con bolsas de cartón llamativas en las manos está en peligro de extinción. Lagrimeamos, nos llora un poco un ojo, después el otro.
-¿por qué llorás? ¡tu billetera te lo agradece! -mi billetera no me agradece prohibirme una medialuna -no, pero te agradece que no hagas compras impulsivas... -Impulsivo sería irme de camping a Chascomús y decidirlo en el día. Comerme una medialuna mientras espero el bondi es calidad de vida… -¡Aaayy Ricardo qué exagerado sos! Andá a comprarla entonces, corré, ¡cruzá la calle! -no, allá viene el bondi ¡NO LLEGO! (secándose las lágrimas y mocos con la manga elástica del buzo, mientras la ansiedad de imaginar la medialuna en su boca recorre sus conductos intravenosos y le genera piel de gallina) -ESPERAMOS EL PRÓXIMO RICARDO ¡DEJÁ DE LLORAR Y CRUZÁ! (grita Jimena mientras Ricardo toma carrera para cruzar la calle de un solo tirón)
Mientras el subte es un medio de transporte rápido y efectivo, el metrobús es un camino de acumulación de asfalto, con un decorado de plantas alterno a modo de medio ambiente sustentable que te conecta con las eco bicis, al bajar de los... ¿eco bondis? “Jerarquizar el paisaje de la zona mejorando la calidad ambiental” es uno de los objetivos. Me suena a verso. Y no un verso de esos cantados con ritmo o con el agregado de una melodía pegadiza. Me suena a uno de esos versos que le hacían crecer la nariz a pinocho. Uno de esos versos que intentábamos recitar de memoria para el colegio, porque no entendíamos, solo repetíamos, pifiábamos y hasta inventábamos.
-JIMENA, ¿ADÓNDE VAS? ¡ALLÁ VIENE EL 93! (Mientras Ricardo come una medialuna de grasa y sostiene la bandeja con otras 7 medialunas más, Jimena cruza al kiosco 25hs a comprar una botella de agua) -VIDATE RICARDO, ESTA MEDIALUNA SE ME QUEDÓ TRABADA EN LA TRÁQUEA. ANTES QUE UNA TRAQUEOTOMÍA PREFIERO UN AGUA SIN GAS (es el tercer 93 que pierden en los 18 minutos que llevan en la parada)
La web del metrobús también dice “priorizar el ordenamiento y la circulación”, punto que reconozco a favor, por centralizar el paso de los bondis por el centro y nada más que el centro de la calle. Me hace acordar al jardín de infantes, allá en los ‘90 cuando tenía 5 años y nos hacían formar fila de menor a mayor para tomar lista, todos parados y ordenados en el centro del pasillo que conectaba todas las aulas o el pasillo del salón de actos.
-¿listo? -listo. Ahora podemos viajar en bondi tranquilos. -¿estás seguro Ricardo? mira que por casa la farmacia y el cajero del banco están en remodelación -¿compraste el supradyn? -RICARDO, ¿CUÁNTAS VECES TE DIJE QUE LO COMPRARAS VOS? diosmelibre, vamos, va, qué bondi ni qué bondi, nos tomamos un taxi (caminan rápido en dirección al farmacity donde consiguen un 2x1 en supradyn, papel higiénico, pasta de dientes, desodorante de ambiente que también usan para el cuerpo, y se ahorran en productos de farmacia lo que después gastan en el taxi. Incluso es más lo que ahorran).
El metrobús suma a la ciudad en tanto no se convierta –lamento decir que ya estamos al horno, y el horno no está para bollos- en una pista de hot wheels. Y como todo juguete grande, costoso y de niño que siempre lo tuvo todo, en algún momento aburrirá, y pasará a ser parte del pasado como un no-hito de nuestra historia y como “el momento en que los propagadores del metrobús decidieron avanzar cual enfermedad imparable por la ciudad para romper con la traza urbanística de lo más identitaria y porteña”.