Guerrera de Aries

Entre columna y columna hay un algo medio andrógino, está entre una pintura y una escultura. Es un poco de las dos. Hay un peso, una textura dura, un concreto que a pesar de su materialidad compacta parece que flota. Sofi es una guerrera ariana, no solo porque es de Aries sino porque la rige un Marte muy fuerte. Eso la hace andrógina. Ella es suave pero usa una amoladora como un obrero para llegar al resultado que quiere, nada la detiene. ¿Me pregunto cómo habrán hecho los cuadros para llegar hasta acá? Tan frágiles en sus detalles y tan pesados por su carácter. Aunque se muestren tan rudos con los colmillos al aire yo los veo vulnerables.

Hay dos polos: uno es dulce, tierno, vuela y se enamora de cualquiera. Es un Venus en Piscis que posee total empatía, que nada entre las pinceladas y abre las aguas al fondo de la galería. Empieza con un espeso azul pero termina por desvanecerse en el blanco del lienzo y del aire. Es una cita romántica, una ventana que da al mar dentro de una casa de cemento. Ahí está el otro polo, donde vive una Luna en Capricornio. Una Luna que se niega a adornar sus paredes porque brilla en su austeridad. Es hermosa simplemente por erguirse, sostener y contener. ¿Quién contiene a quién? ¿Los marcos al cemento o la escultura al lienzo?

Aunque los cuadros estén colgados o apoyados no puedo dejar de pensar en su peso y en cómo Sofi fue recorriendo el lienzo. Su Plutón desnuda el bastidor y lo exhibe de manera cruda porque, creo, que para una pintora el centro de la tela y el blanco del bastidor contienen el mismo peso que el cemento. Con su Urano rompe lo rígido y con Tauro lo vuelve a unir y lo cristaliza para probar cuánto perdura la obra. La lentitud, la paciencia y el trabajo con el cuerpo devienen de su ascendente en Tauro.

Al lado de estos cuadros petrificados cualquiera es liviano y Sofi es la heroína que saca la espada de la piedra solo para volver a clavarla porque cualquier desafío es excitante.

Sofía Bothlingk. Aries, Luna en Capricornio, Ascendente en Tauro. Espada, en galería Nora Fisch