Manhattan, mocos
Soñé que donaba pelo. Que me donaban pelo para después donarlo. Era rubio claro casi albino pero sin serlo. Con unos toques naranjas. Como el de Susana Giménez pero sin ser de Susana. El de ella sí es de un señor albino, lo leí en la tapa de paparazzi hace unos años.
Quedé con un amigo que no veía hace 17 años. Quedé vernos en Bushwick que es esta zona con mucho graffiti y arte callejero por Brooklyn. Como él estaba tarde y yo temprano decidí recorrer y ver qué onda la zona. Qué pinta. Cuál es la movida. Qué se curte. Y etc.
No entiendo muy bien cómo mirar el arte callejero, de qué forma hacerlo. Así que me acuesto para verlo desde la literalidad de la palabra que lo denomina: la calle. Apenas toco el piso con la piel me quemo como se quema el señor albino del pelo de Susana al exponerse al sol. Es que hacen 33ºC de térmica.
Un poco me rindo, así que busco a lo que a mi entender es un buen bar: mesas afuera, buena carta de vinos (con que tenga vino de la casa estoy bien. mi papá es sommeliere, así que si estás leyendo Jenni, este mensaje es para vos pa: “quiero que sepas que no hago más que tomar vino de la casa hace 6 meses. no te preocupes que a veces tomo sidra. besito, te quiero”).
En el camino me topo con una galería de arte como un geólogo se topa con un yacimiento petrolífero rico en hidrocarburos listo para ser perforado. Primero un tanto excitada y contenta, después entre relajada y en mi salsa. Algo así.
Century pictures es el nombre de la galería. Me suena a algo del cine. Hollywood. Leo también el nombre Koenig & Clinton en el ploteo de la vidriera. Este nombre me suena más a algo presidencial. Ayer vi en el supermercado una coca cola de esas que tienen nombres de gente en la etiqueta. Ésta decía Kennedy. Me imaginé a Jackie y a John. ¿Será común el nombre Kennedy en EEUU como lo es Mauricio en Argentina? ¿Es, acaso, Kennedy un nombre derivado de Ken? ¿Es un nombre común Mauricio? ¿Es un hombre común Mauricio? ¿Es del común Mauricio? ¿Es como uno Mauricio?
Cuando entro a la galería veo unos dibujos de Albert Herter en las paredes. Me gustan las cosas que cuelgan. De las paredes. Veo mucho color y repeticiones de un mismo patrón en todas las escenas de todos los dibujos: 2 personajes, a veces 3, que interactúan en algunas ocasiones con nubes de diálogos y palabras en ideogramas asiáticos que no entiendo.
Paso a la sala siguiente, la del fondo, y veo la muestra “2 works, 32 years apart” de Jon Kessler. Al instante pienso en Diego Bianchi. Aunque más tecnológico. Un Bianchi electrotecnodigital. Después se me pasa.
En una de las dos obras me veo reflejada en la pantalla. Mi reflejo dura apenas 3 segundos y vuelve a repetirse a los 6 minutos. Uso el cronómetro de mi reloj para contarlo. En la otra obra veo a un profeta en las alturas y abajo dos sombras de cuerpos voluptuosos que bailan, se mueven, luces de colores, una piedra con un termómetro similar al de mi reloj, así con los números digitales en rojo. Cronómetro. Quise decir cronómetro.
Salgo de la sala del fondo por un otro camino. Un distinto. Diferente al que use para entrar. Me lleva a la puerta de salida pero como salir a la calle con los 33ºC y el arte que le pertenece a ella, a Calle, no son muy lo mío, vuelvo a recorrer la galería. Hago lo mismo 7 veces.
Ayer caminaba por Manhattan y la gente me miraba por demás. Asustada, hice un doble chequeo de bragueta abierta/cerrada y un doble chequeo de manchas y/o semejantes por la ropa y piel; acá, el único ente extraño que encontré fue el hollín entre mis uñas. Mi cara no la chequee. Nada en mi cara puede ser tan grave como para observar con detenimiento por dos razones: 1. monos no veo, 2. si fuese un moco lo que miran entonces me da igual, si tengo hollín entre las uñas deben estar todos llenos de mocos (en el colegio me enseñaron que el moco se produce con la tierra, el polvo y el hollín sumados a la mucosa nasal que frena todo eso adentro, en la nariz).