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  • Javier Fernández Paupy

Decirlo todo


Genio de la frase y la sentencia breve, Guillermo Iuso despliega en Otro panorama de libertad (Mansalva, 2017) la visión de una época tamizada por la originalidad del que va a contar, como si fuera un secreto, todo lo que vivió. Su participación en los hechos es central porque de ahí sale su destreza literaria. Alguna vez dijeron que su obra presenta la proeza de llegar a la honestidad a partir del artificio de la literatura.

Un egotismo exquisito se despliega en la novela. El narrador es siempre alguien que parece arrastrado por acontecimientos de los que en principio podría creerse que no tiene control ni responsabilidad. Porque no hay una moral predecible en ninguno de los perfiles que aparecen en el libro. Todas sus historias van de la sordidez al amor, de la aventura a la mirada compasiva hacia una época abyecta.

Es la picaresca urbana de un vitalista sin culpa. No hay apocamiento individual en sus relatos. Hay seres movidos por el peligro, la contingencia y el azar. Una épica del deseo es el motor de todas sus tramas. No hay dudas ni disyuntivas existenciales. O, en todo caso, el horror cotidiano está burlado por un placer que viene de la ambición de los sentidos.

Delante del drama o lo traumático, en Iuso aparece una energía transformadora. Todo lo procesa con confianza. Hay una ecuanimidad delirante. No es la remembranza ni la resaca de una fiesta o el relato de las secuelas de noches de agite. Es la mirada de un artista que procesa el choque de clases y el espanto de una época sin demagogia ni propaganda.

Por toda divisa, en Iuso aparece el lema: “Pasarla bien es el compromiso que más me oprime”. Ya en Todo lo que pasó (Mansalva, 2014), Iuso había hecho avanzar una novela familiar: “Mi papá fue un nuevo rico de los sesenta, al que le gustaba que los demás disfruten con sus invitaciones mientras él trabajaba en su negocio y mi mamá recibía alrededor de cuarenta invitados por día que venían a pasar la tarde en la pileta. La cancha de fútbol, las reposeras, las medialunas con jamón y queso, las tortas, las coca-colas y los bombones helados eran un canto a la abundancia”.

Una elegía de la abundancia, pero sin remordimientos, que sus lectores conocimos en Estado de boarding pass (Duplus, 2000), reeditado en el 2014 en la colección popular de arte argentino de Mansalva.

Es el linaje de un artista, desplegado en retazos de historias. Iuso, de ingenio epigramático, tiene la capacidad de dar una imagen de autor en pocos trazos. Una visión de sí mismo. Y el caleidoscopio de una vida. Iuso se ríe de la disolución del clan. Como si se burlara de esos adultos predecibles que fueron y siguen estando programadas para la reproducción y para transmitir a sus descendientes años y años de ascenso social.

Leo a Iuso en la línea de los grandes memorialistas. En el abolengo de esos autores que hicieron de su vida una obra perdurable. Esos que vivieron para escribir su vida: Proust, Bukowski, Kerouac, Caicedo, Viscarra, Luy, Correas.

Otro panorama de libertad se lee con locura, de un tirón. En su relectura aparecen giros de lenguaje de una pulcritud y una sencillez que asombran. Una obra donde pareciera que todo tiene que ver con el placer. Y un grado cero de valoración moral. Juicios estéticos, no morales. Incluso es posible pensar, al leer esta novela, que la libertad es el fundamento de sociedades desiguales.

Maestro de lo espontáneo, vitalista, reflexivo, díscolo, hedonista, Guillermo Iuso tramita parte la historia argentina desde un punto de vista extrañado. Pareciera que el narrador está por fuera de todo, que es alguien mundano o ajeno a lo social. Pero todo está atravesado por la lente microscópica, hipersensible y atenta del que, comprometido con lo que ve y vive, interviene en la realidad.

Críticos de arte latinoamericanos, curadores de distintos países de Sudamérica, paranoia, fantasmas, coleccionistas, descripciones y precisiones de ropa, escenografías, viajes, fantasías pornográficas, escándalos, “concretar para seguir viviendo” anota Iuso. Una luz narrativa hipnótica atraviesa cada párrafo de esta novela.

En la obra plástica de Guillermo Iuso, la tipografía es un carácter puramente expresivo. Macedonio Fernández decía que un pintor es artista cuando percibe un ángulo o un matiz que escapan al común, no cuando pinta.

Esta novela de Iuso es una meditación narrativa sobre la experiencia de las drogas pero también es una novela de aprendizaje sobre la educación sentimental de un artista. Militares, ladrones, prostitutas, drogadictos, aristócratas y artistas se mezclan en el libro. Arte contemporáneo y violencia social, en el tono de un film noire y desde la perspectiva de un artista del instante. Porque el sentido es un recorte de perspectiva.

Remembranza y recuerdos, locura, amor y formas de la libertad. Todo traficado en historias de vida y recuerdos que no pretenden ser alegóricos. Porque Iuso no nos quiere vender nada, no nos quiere convencer, no hay ínfulas de ejemplaridad en sus libros. No es políticamente correcto pero tampoco hace una bandera de eso. Hay una ética propia que, sin ser universal, resulta justa y humana. Un narrador nato que escribe como si hablara y recoge el guante de los escritores de la generación del 80, conversadores, viajeros y bons vivants.

Hiperbólica, su saga refleja los efectos de la inestabilidad endémica de nuestro país y las marcas de esos vaivenes, con algo de niño eterno y juventud dorada en la mirada. “Sentí la gloria de haberme salvado de algo”, escribe Iuso en una de las narraciones que componen el libro.

Sin ningún paternalismo ideológico, Guillermo Iuso traduce el brillo de un espíritu verdadero, con sus más fascinantes contradicciones. Otro panorama de libertad es, desde su primera hasta la última página, un relato de iniciación donde convergen las emociones de una sensibilidad y se deshacen los binarismos del pudor o el impudor. Con narraciones de delirio y amistad, de sueños y prefiguraciones macabras de tiempos signados por lo siniestro, cinco relatos hilvanados arman esta novela llena de “anécdotas fabulosas”. Una escuela de la percepción. El réquiem de una época, narrado en voz alta, sin lamentaciones.

Sobre Guillermo Iuso, Otro panorama de libertad, Mansalva, Buenos Aires, 2017.

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