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Inés Beninca

Beber y manejar


A Clari la conozco hace mucho. Como las buenas amigas nos alejamos para reencontrarnos. Escribo sobre su muestra La hora rota en el MAMBA inaugurada hace unos días. 15 son los dibujos de Clari y todos son pintura. Ella raya con bic de color azul, rojo, negro y verde. Con paleta acotada y materiales poco amables pinta los interiores que quiere.

En Rosario, una noche de tormenta eléctrica rayamos juntas varios metros de papel muy fino que a veces se rasgaba. Mientras insistíamos, el material continuaba cediendo. El gesto se volvió hábito y nunca pudo parar. Entre borracheras y primeras casi importantes relaciones amorosas seguimos llorando y debatiendo nuestras dudas. Sueños que no se cumplen se mezclaron con gatos, pelucas, peceras y la cotidianidad de una chica en busca de algo. Objetos ordinarios yuxtapuestos de una forma particular; son cuentos poco probables pero posibles. Clari habla y todos queremos entender mientras ella raya y se enreda en una fiesta a puro champangne gratis pero en la que nadie sonríe. Después sale el sol y solo queda ponerse más maquillaje, un poco de labial y las zapatillas que creí que eran lo más hasta que vi las más mejores en la vidriera de la cuadra. Lloré por la propaganda que me hizo creer eso, después me reí y le eché la culpa al mundo.

Las amigas nos encontramos, más tarde, en lugares de contención. Con el vino más dulce y un poco caliente mancho sin darme cuenta una remera prestada. Bailamos y besamos a quienes queremos y le digo te quiero mucho por haber bailado juntas muchas veces. Mañana vamos a estar a kilómetros de distancia; nos vemos por ahí.

"La hora rota" exhibición de Clara Esborraz con curaduría de Marcos Krämer en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

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