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J. Posadas

Exopólitica



La vida puede existir en otros planetas, en otros sistemas solares, en otras galaxias y universos.


El paso de la materia del estado inorgánico al orgánico podría llevarse a cabo de una manera diferente a como lo hace en la Tierra, de modo que la energía podría usarse de una manera más efectiva. Acá, apenas sabemos cómo aprovechar al máximo el petróleo y, de manera muy limitada, la energía nuclear que tenemos a mano. Ellos, por el contrario, pueden estar en condiciones de explotar toda la energía existente en la materia. Pueden usar toda la energía que aún no sabemos cómo emplear en la Tierra y transformarla en luz. Tal vez la materia esté organizada de manera diferente en otros sistemas planetarios o galaxias, en combinaciones infinitas y en formas totalmente diferentes a las que conocemos en la Tierra. No podemos imaginar cómo es, pero podemos imaginar muy bien que puede existir una organización de energía infinitamente superior a la que tenemos acá en el planeta Tierra. En la Unión Soviética, han descubierto un rayo infinitamente más rápido que la luz, y eso es algo totalmente nuevo.


Ese mismo rayo puede haber sido descubierto en otros planetas hace millones de años, y es posible que ya se haya utilizado. Si bien tardamos una cantidad X de tiempo para llegar de un continente a otro, tal vez sea posible hacerlo en medio segundo. La concepción de la vida y la organización de la materia están determinadas por todas esas cosas. Esta energía debe contener una propiedad y una fuerza infinitamente superiores a todo lo que conocemos. Podemos concebir un ser que, simplemente levantando su mano, puede producir luz, atraer energía, alejarla y organizarla. Es posible. Estamos acostumbrados a ver y concebir la vida en la Tierra, a través del sentido comercial de la propiedad privada, el sentimiento de posesión, que funciona como la base del desarrollo social antes de la llegada del estado obrero. Esto determina el propósito de la vida en la Tierra y la relación con otros planetas. Cuando planean un viaje a otro planeta, lo hacen para ver cómo explotarlo y dominarlo, porque la ciencia está sujeta a quienes pagan por ella. La ciencia no es independiente.


No es lo mismo que cuando vos plantas una planta y cosechas lo que necesitas. En ese caso, incluso si estamos sujetos a la naturaleza, determinamos lo que sucede. La ciencia, por el contrario, está sujeta a quienes la financian. Astrónomos, físicos, ¿dónde deberían ir para encontrar el equipo que requieren para realizar su investigación? No pueden hacerlo sin dinero. No son, como individuos, lo suficientemente ricos como para pagar esas cosas y además sobrevivir. Es el estado capitalista, o incluso el estado soviético, el que tiene los medios para pagar. De este modo, pueden instalar sus equipos, pero limitan sus capacidades a los intereses capitalistas o quedan sujetos a las limitaciones burocráticas impuestas por la dirección del estado obrero. Es por eso que nuestro conocimiento de la física, de la materia, de la astronomía, todavía está en una etapa embrionaria. Aún no tenemos un conocimiento real de lo que existe. Corregimos constantemente la base misma de los descubrimientos científicos, ya sean los de Newton, Einstein o todos los demás. Las formas y combinaciones de la materia son infinitas. Hay fuerzas dentro de ella que no utilizamos. Debemos descubrir el poder de lo que es posible hacer. La fuerza que nos permite levantar nuestros brazos se llama "energía cinética" ¿Por qué esta energía? ¿Qué es lo que impulsa la actividad de las células? No se trata de una fuerza externa, es un movimiento interno. ¿Qué es esta fuerza? La fuerza que impulsa el movimiento es una fuente de energía que debe tener una forma primaria de desarrollo incluso antes de levantar el brazo; porque ya existe la capacidad que nos permite concebir, en nuestro espíritu, la necesidad de levantar nuestros brazos.


Un erudito japonés llegó a una conclusión, como la nuestra, sobre los terremotos: dijo que era criminal malgastar la energía producida por estos terremotos. Es posible hacer un sistema de perforación en la Tierra –como una especie de radar– que mida todos los movimientos, los gases dentro de la Tierra, sus cambios interiores debido al gas o las rotaciones del Sol y la Tierra, que los científicos aún no conocen. El erudito japonés también dijo que podríamos predecir, contener y hacer uso de esta energía. Dijimos lo mismo en el momento del terremoto chileno de 1961.


El conocimiento científico aún es muy limitado en lo que respecta a la comprensión de la organización de la materia que ha permitido cierta forma de vida y reproducción en la Tierra. Nuestra capacidad científica es limitada como resultado de las posibilidades perdidas, además de estar regulada por la falta de medios financieros. Son los capitalistas quienes tienen estos medios en la mano. Tienen intereses capitalistas y esa es una limitación muy significativa.


Además, nuestra capacidad y audacia para hacer más observaciones están limitadas por la concepción del mundo establecida por la apropiación y utilización de la propiedad. Nuestro conocimiento está limitado por intereses particulares y prejuicios sociales. Evidentemente, este es el caso, por ejemplo, en lo que respecta a los trasplantes de corazón. Las mentalidades capitalistas evitan que la burguesía tenga alguna perspectiva, impidiéndoles interesarse por el mundo y limitando su osadía para observarlo. Si tuvieran audacia y convicción, se darían cuenta de que se han equivocado y que su existencia ya no está justificada. Sus intereses los limitan y los acorralan. Ponen los mismos límites en ciencia, química y medicina. Por el contrario, no hay razón para que esto sea así en otros planetas.


La lucha de clases no tiene que existir. En la Tierra, por el contrario, el proceso de la historia se ha desarrollado así. No hay razón para que lo mismo sea cierto en otros planetas. La organización de la sociedad podría adoptar formas infinitamente superiores, sin lucha y antagonismos. No hay razón para pelear. Si los seres de otros planetas nos vieran, dirían, asombrados: "¡Oh! ¡Están peleando por un auto, disparando, matándose unos a otros!" Para ellos, la muerte no existe. Acá sí. La noción de muerte, la extinción de la materia o de las células no es lo mismo en todas partes. Para los elefantes, la vida dura 260 años. Para los seres humanos, 100 (en promedio 70-80). Si el elefante puede vivir durante 260 años, es porque la organización de la materia, de esta forma, permite una vida larga. Pero, ¿por qué no podemos imaginarnos a nosotros viviendo tanto tiempo y con una forma diferente a la del elefante? una forma sin trompa... ¿por qué no? No sabemos si existen seres en otros sistemas o galaxias, ni cómo están constituidos.


Pero creemos que podrían existir. Es posible que esos seres vengan a estudiar la Tierra y cómo es la vida acá. Seres que partieron de sus hogares rumbo a la Tierra hace un millón de años –para nosotros–, pero para ellos es una cifra insignificante, una cantidad normal. Es muy posible que no estén sujetos a nuestra noción del tiempo. El tiempo siempre ha sido y sigue siendo una noción construida por una sociedad dividida en clases, nuestra sociedad, que necesitaba medir el tiempo para explotar la naturaleza; y así surge la división del tiempo.


De lo contrario, no hay razón para su existencia. Ciertamente, tenemos que lidiar con los períodos de tiempo, el clima y las estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Pero no hay razón para que haya estaciones en otros planetas. ¿Por qué tiene que llover? Aparte de esto, el tiempo no tiene importancia. Este interés en medir el tiempo es relativo a la naturaleza, a sus efectos en la vida, al efecto de la energía en el organismo y a las fechas de vencimiento y facturación. En otros planetas, no hay razón para que esto sea así. Por ejemplo, nadie tiene que pagar deudas antes de cierto tiempo o necesita un trasplante de corazón. Un ser en otro planeta que vio una operación de trasplante de corazón diría "¿qué están haciendo?" la noción que tenemos del origen de la vida es algo que hemos aprendido.


Pero, cada año se hacen correcciones. Por ejemplo, la fecha de aparición de los seres humanos en la Tierra: al principio se decía que fue hace 500.000 años, luego que se trataba de un millón de años, y ahora se cree que el primer antropoide apareció hace unos 17 millones de años.


Fragmento del texto Platillos voladores, el proceso de la materia y la energía, la ciencia, la lucha revolucionaria de la clase trabajadora y el futuro socialista de la humanidad. Publicado el 26 de junio de 1968.

imagen: obra del artista Lino Divas.

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