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  • Francisca Lysionek

Trabajo del signo fragmentado




Tercer registro - 14/03 y 20/03


Raramente las cosas ocurren en un solo lugar, pero un lugar puede ser anfitrión celebratorio de una cadena de eventos dispersos, finalmente condensados en una forma. La forma de la reunión es, en esta ocasión, una ronda. Círculo puntillista compuesto por un puñado de jóvenes alrededor de un colchón. En el colchón, Ezequiel coloca un manojo de llaves, quien quiera retirarse es libre de hacerlo, pero nadie lo hace.

Uno de los eventos concatenados que tomó su forma concreta en el Vómito fue el interés que suscitó en Ezequiel un grupo de lectura y estudio que llevaban adelante un puñado de amigos, el cual se topó con un libro que ya había sido nombrado u oído en otras circunstancias. Esa reaparición desprevenida de un nombre, un título y un objeto operó como señal oportuna o chispazo intuitivo para crear una posibilidad de encuentro. El autor en cuestión, Rancière. El libro, El desacuerdo: Política y filosofía. Palabras, palabras, palabras. ¿Era esa la fórmula para hacer política? Ezequiel comunica a la ronda de figuras que leeremos durante una hora y media. Como si se tratara de un experto en el arte de decorar el tiempo con palabras, una hora y media justa después se pronuncia la última frase del capítulo asignado. Medidos y exactos, nos dejamos suspirar las cabezas embotadas. Se escuchan algunos aplausos.

La lectura consiste en el segundo capítulo del libro mencionado; La Distorsión: Política y policía. Ninguno de los presentes había leído el capítulo con anterioridad, era algo que Ezequiel quería hacer y le pareció oportuno generar una reunión para concretar su deseo en ese momento y en ese lugar.


Palabras, palabras, palabras: la primera herramienta concedida a los seres humanos para separar lo justo de lo injusto. Palabras que aceptan la forma y el color de la persona que, por turno, las toma. Política, ámbito de discusión entre las partes de la sociedad, respecto a la naturaleza de la distribución de aspectos materiales e inmateriales que la componen. Policía, aplicación y observación continua de esta distribución, la ley fijada en la instancia política. Modernidad, eterno estado de policía interrumpido por breves instancias políticas, o crisis de una aplicación continua de la norma.


Constantemente y desde que puedo recordar, escucho a la gente decir que estamos contemplando una crisis. Cuando Ezequiel lo dice, sin embargo, lo creo de verdad, no dudo de su percepción, no me caben sospechas de que la crisis de la que habla es la más auténtica y real, y está ocurriendo en este mismo instante.


El Vómito es uno de los pocos lugares que ha dejado que la crisis entre y raye sus paredes, se eleve y crezca reptante, tome nota de un entorno y traduzca en jeroglífico incrustado, que prolifera y apura facetas de sí mismo, como un nervioso cambia de postura mientras intenta acomodarse en un sillón.



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Pasada la medianoche, un proyector continúa su labor sin pestañear. Hace al menos dos horas que se inició la proyección de la película propuesta como actividad de sábado a la noche, la única interrupción ha sido un pedido express de empanadas varias en local vecino.


As I was moving ahead occasionally I saw brief glimpses of beauty, conmoción de dulzura precipitada en la vida de un hombre que en la soledad de su habitación, a medida que contempla las imágenes de su vida, se da cuenta de que está embriagado por el éxtasis, que lo que está observando son imágenes del paraíso. Se escuchan algunos sollozos, se escuchan algunos ronquidos.


Ese hilo frágil y dorado que Mekas ha sabido enhebrar, uniendo cada registro autónomo para hacerlo parte de su altar a la ternura por la casa, los amigos y la familia, ese hilo es el núcleo caliente, centro de la obra. Los fragmentos cobran su iridiscencia en tanto están insertos en esta cadena de sentido, puestos al servicio de contar una historia de dicha. Lo que digo es evidente, pero vale la pena hacer algo de énfasis allí, ya que S.P.I comparte con la película esta misma estructura de mosaico, solo que hace su despliegue fragmentario en el espacio (aunque también, por supuesto, por las condiciones mismas de la muestra, en el tiempo).



Entonces, cuando escucho que alguien comenta que no podría reconocer una pieza en su individualidad, o cuando Ezequiel admite que hay entre las cientos de obras una falsificación, pero que no recuerda cual es; me resultan proposiciones razonables y adecuadas a la naturaleza de la muestra. El sentido se encuentra escindido a priori, estos fragmentos, aunque sirven como teselas, no son parte de un rompecabezas predeterminado. Nada sucede cuando se unen, ni existe una única manera de unirlos. Raramente las cosas suceden en un solo lugar. Durante estos meses en los que asisto al Vómito de manera frecuente para observar los movimientos de S.P.I, casualmente me encuentro con un capítulo de otro libro de Rancière que termina convirtiéndose en aparato indispensable para permitirme pensar el régimen de percepción que la muestra propone. El único arte verdadero (se tenía que decir y se dijo) es aquél que se integra a la vida de las personas, que resulta de la expresión singular de una gran vida anónima, masiva e indistinguible. Esa es la vida de todos, y la sensibilidad extrema a esa gran experiencia universal, es lo que genera aquello que Rancière denomina arte social, y que es el arte verdadero.


Dentro del Vómito ha sucedido algo extraordinario. Hemos sido invitados a observar un proceso de trabajo, y no tengo dudas de que ese proceso fue también moldeado por esa misma condición; se nos reveló un secreto delicado y una herida íntima, se ha convertido al tiempo en talismán. “El falso arte es el que oculta la realidad del trabajo”, dice Rancière. Sensibilidad Política Inmediata solo es en la medida en que trabaja por seguir siendo. Las uniones, los nudos que se atan entre las piezas de S.P.I son la expresión sensible de ese proceso, que culmina en la cristalización de la muestra, acontecida el once de abril. Clavos, martillo y escalera, Benjamín va y viene poseído, frenéticos pasos que retumban en el piso de madera, mientras todo el resto de los presentes permanecemos quietos, casi tímidos. La atmósfera es de tensión, un ritmo ascendente va llevando cada vez más las miradas hacia arriba, a medida que las obras empiezan a elevarse, y la habitación parece dividirse en capas, cada vez más inmaterial, como si el techo pudiera desaparecer de un momento a otro. Frágiles fragmentos, siempre cerca de convertirse en polvo, que se alejan del zócalo, abandonando el plano terrestre; dejándonos sentados en el piso o recostados en el colchón mientras tomamos vino, mirando pedazos de papel como si fueran aviones que despegan hacia el cielo.




Sobre Sensibilidad Política Inmediata de Ezequiel Azambuya y Benjamín Álvarez en El Vómito. Del 3 de febrero al 1 de mayo de 2021.



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